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Los medios y los días

Mejores estudios de comunicación: el gran homenaje a Antonio López

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26 may 2022 / 04:00 h - Actualizado: 26 may 2022 / 04:00 h.
"Periodismo","Los medios y los días"
  • Antonio López Hidalgo.
    Antonio López Hidalgo.

Bécquer escribió: “Cuando siento, no escribo”. Estos días he sentido mucho la muerte de Antonio López Hidalgo, director del Departamento de Periodismo II de la Universidad de Sevilla (US), al que pertenezco, y candidato que era al decanato de la Facultad de Comunicación. Antonio y yo hemos hablado mucho durante los últimos diez o doce años sobre el déficit que encierran los estudios en Comunicación de la facultad a pesar de los indudables esfuerzos que han llevado a cabo los equipos decanales en los que, por desgracia, hemos tenido muy poco peso. No es raro que el mercado vaya por un lado y las enseñanzas por otro. Un alumno se matricula en Comunicación para intentar ganarse la vida con esa profesión. Cuando le muestro a mis alumnos por dónde van las salidas profesionales en la actualidad y qué tanto por ciento de esos conocimientos les enseñamos debidamente, arrugan la nariz: poco hacemos. Hace años que en público y en privado llevo diciendo que o nos renovamos a fondo o la facultad a medio y largo plazo proseguirá su decadencia. Antes se quedaban fuera muchos jóvenes que aspiraban a entrar en ella, ahora muchos menos y no se debe sólo a la bajada del crecimiento vegetativo sino a que la Facultad no da de sí lo que debiera y hay otros lugares a los que marcharse y habrá más en el futuro.

Soy el catedrático más antiguo con docencia en la Facultad de Comunicación y tal vez el profesor de mayor edad o uno de los dos o tres con más años. Todavía ejerciendo el periodismo, llegué a la Facultad como estudiante de doctorado cuando se fundó el centro, en 1989, y dentro de tres años me jubilaré, si la salud me acompaña. Antonio y yo teníamos algo en común: habíamos sido cocineros antes que frailes, nos conocimos como periodistas en activo en los inicios de los años 80, antes de fundarse la Facultad, en 1989. Yo logré primero plaza y cuando él aspiró a una estaba servidor en la comisión de contratación en la que, sin dudarlo, voté por él, como voté por su amigo Antonio Ramos Espejo y por otros periodistas destacados.

Aún padece la facultad del mismo defecto desde su fundación aunque esté bastante mitigado: está considerablemente retirada del contacto con la profesión comunicacional, hacen falta más profesores de nuevas tecnologías, grupos menos masificados. Antonio López Hidalgo me decía que cómo narices iba a enseñar bien a redactar periodísticamente y a dar a conocer los géneros periodísticos en aulas de informática repletas donde podía haber menos ordenadores que alumnos. A su vez, el uso de los estudios de TV (3), de los estudios de radio (unos 4), de las cabinas digitales de autoedición, etc., son insuficientes para unas bases prácticas de formación al tiempo que no se explotan lo debido. La Facultad está descuidada y el ambiente académico es pobre y triste. Las materias base más universitarias y específicas de comunicación hay que impartirlas aprisa y corriendo en cuatro meses -otro horror del Plan Bolonia- cuando precisan ser divididas en varias partes y cursos. Estamos en la universidad, no sembramos capacidad crítica ni adaptación social con esta situación, los alumnos y los profesores acaban siendo víctimas del hastío, soy testigo de este lamentable hecho desde 1989 hasta hoy, no exagero.

No estamos llevando a cabo un auténtico servicio público, la verdadera solidaridad de la Facultad con los ciudadanos es formar bien a quienes ponen sus vidas en manos de la US, eso exige racionalización de los planes de estudios, contratación de profesores expertos y con experiencia en el mercado laboral, reciclaje de los profesores y exigencia a los alumnos, esfuerzo, esa palabra maldita de hoy en día. Y esto es lo que hablábamos Antonio López Hidalgo y yo. Eso y otras muchas cosas: de literatura, sobre todo, él era un buen escritor, estuvimos juntos en congresos internacionales por América, lo pasamos bien, Antonio era sobre todo un amigo académico aunque me sé su vida como periodista: ¡lo sometieron a un juicio militar en los años 80 por sus investigaciones sobre el sindicato clandestino de la Guardia Civil! Podría contar mucho sobre él, pero mi homenaje es poner el dedo en la llaga de lo que más nos preocupaba. Yo estoy solo en esto, soy un dinosaurio en la Facultad. Pero, como a Blas de Otero, me queda la palabra, eso nunca nos ha faltado ni a Antonio ni a mí, ni en la paz ni en la guerra, que también hemos discutido mucho. Tómate un gin tonic de los tuyos y descansa, Antonio, te lo has ganado. Aquí me quedo hasta que sea y no me van a callar ni debajo del agua, como diría Quevedo: “No he de callar, por más que con el dedo,/ Ya tocando la boca, ya la frente,/ Me representes o silencio o miedo”. Ya sabes cómo es el periodismo: primero se dice el pecado, pero no los pecadores, para que tomen nota. Luego, si hace falta, se entra más en materia. Somos funcionarios públicos, esa es nuestra obligación. Pero tú descansa y lee novelas que es lo que más te gustaba... Yo seguiré, solo. Porque tengo razón.