Los fines de semana de 1989 -mientras muchos españoles veíamos aún aquella serie estadounidense titulada aquí Autopista hacia el cielo- fueron los peores de nuestra historia del tráfico en cuanto a accidentes mortales se refiere, pues aquel año -que fue también el de la caída del muro de Berlín- se saldó con la escalofriante cifra de 5.940 muertos. Que se sepa, no ha habido otro año más mortífero. Desde que empezó este siglo, el número de fallecidos en las carreteras españolas no ha hecho sino descender, y es algo que debemos agradecer especialmente a la Dirección General de Tráfico, no solo por insistir en el límite de velocidad o por acostumbrarnos a ponernos el cinturón, sino incluso por haber elaborado esos anuncios tan terroríficos como realistas en los que terminamos concienciados de que más vale perder un minuto en la vida que la vida en un minuto.
En rigor, la vida se pierde siempre en un segundo, pero es especialmente trágico y absurdo hacerlo en una carretera por no cumplir algunas de las normas archiconocidas: conducir bajo los efectos de alguna droga, empezando por el alcohol; saltarse el límite de velocidad; o las distracciones con el teléfono. Todo esto es tan de dominio público que cada vez que alguien paga un precio tan elevado como su propia vida por no recordarlo dificulta el consuelo de los que quedamos aquí.
La buena noticia es que 2019 va a acabar siendo el año con menos accidentes mortales en carretera desde que se contabilizan. Otro récord treinta años después. No obstante, van a rondar los 1.100, que se dice pronto.
El gobierno, después de poner el tope de velocidad en carreteras secundarias en 90 km/h, está pensando en reducir ese límite en la ciudad de 50 km/h a 30 km/h. La prisa y el estrés son los grandes cánceres de nuestra era, y combatirlos, reduciendo al mismo tiempo las muertes que desencadena, es el gran reto.
Dentro de solo unas horas dispondremos entre Sevilla y Cádiz de una autopista liberada más, pero ello no debería ser la excusa para correr más. Después de casi medio siglo pagando, no sería de recibo que termináramos pagando con la vida. Como dejó dicho Gloria Fuertes, “la gente corre tanto / porque no sabe dónde va, /el que sabe dónde va, / va despacio, / para paladear / el ir llegando”. Pues eso. Feliz 2020