Dice la Junta que el de la Moncloa y la que pedía dinero para Andalucía cuando era consejera de Hacienda nos van a pagar casi un 10 por ciento menos que en el año anterior, que nos van a quitar más de 2.300 millones de euros. Ah, pues muy bien, entonces bailemos en la Feria y en El Rocío y saquemos santos a la calle a ver si ellos obran el milagro y una noche hacen descender sobre el señor Sánchez y la señora Montero al Espíritu Santo que se pose en sus cabezas y los ilumine con más de 2.300 millones de euros para Andalucía. Los medios locales y regionales están como locos con esto de que vuelven las procesiones y las ferias y es que ya era hora que dice la gente qué ganitas de besar el santo y marcarse una sevillana, normal o lenta, mientras el Espíritu Santo nos envía el maná del cielo.
Es la diferencia, unos montan el pollo por Cataluña gastando dinero abriendo “embajadas” catalanas en el exterior y manteniendo a Puigdemont en el exilio además de taparle las chorizadas a los Pujol mientras se presentan como víctimas del robo imaginario de Madrid mientras por el sur nos ponemos a rezar, a beber cerveza a costa de los santos y a bailar. “Bailando, tú y yo nos conocimos bailando, aquella noche fue inolvidable, hagamos de vivirla otra vez”, que cantaba Lorenzo Santamaría. “A bailar, a bailar”, entonan Cantores de Híspalis. Lorenzo Santamaría añade en su canción que de tanto bailar los dos amantes perdieron la noción del tiempo, hay que andarse con cuidado en Andalucía con tanta fiesta que se aproxima y que ya está aquí, mira los chillones quemacontenedores de los culé -que viene de culo- separatistas supremacistas, ellos hicieron con su tiempo lo que les dio la gana y ahora tienen una mesa para sacarle cosas a la Montero y a Sánchez, ambos, ella y él, políticos de traca a los que habría que tomarse a risa por sus incoherencias descaradas si no fuera porque nos roban y se quedan tan panchos, saben que nosotros vamos a bailar, a beber cerveza y a rezar.
Sí, ya sé que la Semana Santa es para alucinar, algo para todos los públicos, excelso, y que las ferias sirven para ahogar penas, huir de ellas, olvidar y hacer algún negocio y que El Rocío es un maravilloso momento de relax, alma y cuerpo, la Virgen del Rocío, todas las vírgenes y todos los santos, nazarenos y cristos de la Semana Santa y de la no Semana Santa hacen milagros porque llenan los hoteles y los bares y las pensiones y todas esas casas hoteles que han proliferado por esas calles. Así nos desquitamos algo del robo de los 2.300 y pico de millones. Pero eso no es darse a respetar, puede ser pan para hoy y hambre para mañana, aquí hace falta un buen lobby político-empresarial para que cuando pida audiencia en Moncloa y ministerios o actúe entre bambalinas el gobierno se eche a temblar en lugar de cachondearse de él. ¿Ven ustedes? Ya tenía y tiene en la butxaca Pedro Sánchez lo de la ampliación del Prat como maniobra inútil de despiste para los torquemadas separatistas y nosotros a vueltas con los túneles de la SE-40 y otras conexiones como la de Santa Justa-San Pablo (amén), ¿desde hace cuántos años? Uuuuuuuuuuuuuuuuu, que diría la caricatura aquella del lobo de la vieja revista de humor Hermano Lobo que en paz descanse. Y como apuntarían Tip y Coll, “Ñoras y ñores, el que no llora no mama”. Claro que también “el que no se consuela es porque no quiere”. ¿Cuánto tiempo más podrían aguantar los andaluces sin su folklore? Hace muchos años se hacían experimentos con familias inglesas a ver cuánto tiempo podían soportar sin TV, ahora a ver cuánto sin móviles o sin consolas de videojuegos (ya hay un menor en el hospital por no reprimirse). “Siempre nos quedará París, amor mío”, siempre nos quedará un baile, unas cervezas y una cofradía, vida mía, siempre nos quedará criticar a los catalanes, siempre nos quedará un presidente de la Junta diciendo en el Parlamento: “Ojo, que perdemos competitividad”. ¿Competitividad? ¿Qué es eso? Se llama “intensidad” y es cosa del Sevilla y el Betis en el terreno de juego.