Hace poco Carlos Herrera afirmó en la COPE que hay muchas facultades de Periodismo, más que de Medicina. Y musitó algo así como que para el periodismo que se hace... Tiene toda la razón. En Andalucía le dijeron desde la Junta socialista a un colega catedrático que se fuera a Málaga a fundar una facultad donde se estudiara periodismo. Él advirtió que para qué si había una en Sevilla y le contestaron: “Por eso precisamente”. Lo que no dijo Herrera es que, además de tener muchas facultades donde se estudia Periodismo, en bastantes de esos centros no se enseña bien el periodismo. Es el caso de la facultad de Sevilla. Yo llego a dar clases, siempre en el último año de la carrera, y me encuentro a un personal mayormente desmotivado, decaído, pasota, absentista. A veces, lo confieso, es frustrante ver ese panorama y comprobar el bajo nivel de formación de mis alumnos, es una conversación que tenemos ahora habitualmente los profesores universitarios de aquí y de allá.
El nivel ya venía bajando promoción tras promoción, lo he comprobado empíricamente después de 31 años impartiendo clases. Pero con la llegada de la generación de nativos digitales es ya horroroso porque no sólo no saben, por regla general, sino que lo peor es que no quieren saber, entregan su mente a una máquina y esto irá en aumento, es el presente y el futuro, o juegas con el móvil o le dices a la Alexa ésa que te ordene la vida y te dé placer musical en casa. O ambas “ocupaciones”. Los cerebros se van a quedar cual pasas o cual hojas caídas de otoño. No me extraña lo que oigo decir de los contenidos de las redes sociales. Veamos los datos: unas cinco horas diarias con las redes; dos horas con el wasap, aproximadamente, más el tiempo dedicado a series y evasiones adicionales. ¿Cuándo estudia este personal? ¿Qué lecturas serias y sistematizadas, universitarias, cultiva el alumnado? El resultado es el que es y las gentes encargadas de tomarse esto muy en serio les ríe las gracias, no se vayan a herniar los clientes.
En definitiva, se une el contexto digital con las carencias que trae el alumnado desde la ESO y desde el bachiller y menudos periodistas que formamos. Sumemos a lo anterior unos planes de estudios que no inciden lo necesario ni en materias de redacción periodística ni en las nuevas tecnologías aplicadas a la Comunicación y el Periodismo que es lo que más demandan las empresas, unas empresas que, en su mayoría apuestan por una información de entretenimiento concretada, por ejemplo, en los típicos titulares como “Los diez pueblos más bonitos de Sevilla”. Luego, guerracivilismo periodístico, no he visto nunca desde 1974 en que empecé a ejercer el periodismo una profesión tan descaradamente partidista y clientelar donde los que son de un bando utilizan sobre todo a fuentes de su cuerda y al revés con el otro bando. Promocionan a escritores de la cuerda, artistas de la cuerda, músicos de la cuerda. Es descarado. El hecho siempre ha estado ahí pero ahora es escandaloso, no es posible cubrir el derecho a tener una mente crítica consultando un medio de comunicación, hay que pasearse por varios. Afortunadamente, eso se puede hacer ahora mucho mejor con Internet, sólo con el quiosco era costoso y complicado.
Frente a tal panorama está el desastre de la Medicina. Herrera apuntó que a un médico no se le forma en cuatro días. Los médicos y los ATS se han largado a otras latitudes ante la falta de oportunidades y así y todo nuestra Seguridad Social sigue siendo buena, gracias a las pechadas de trabajar que se dan sus profesionales. De todas formas, es para echarse a temblar y con la sanidad privada más todavía. Ahora llega uno ante un o una profesional de la medicina y, conociendo cómo está el patio, se piensa en aquello de “virgencita que me quede como estoy” o “que sea lo que Dios quiera”. Porque los buenos y conspicuos profesionales de la medicina se están jubilando, llevan advirtiendo esto desde hace bastantes años. También se han jubilado o los han jubilado a los buenos periodistas. Entre pitos y flautas, echo mano de nuevo del dicho popular y del pobre Dios al que creo no usar en vano: “que Dios nos coja confesados”. Si la cascamos, ya vendrán esos periodistas de faltas de ortografía y poca cultura a dar la noticia que, como se sabe, lo que más vende es la muerte, los sorteos de euromillones y el clima.