Los medios y los días

Muerte, desgracias, irracionalidad

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31 jul 2019 / 07:00 h - Actualizado: 31 jul 2019 / 07:30 h.
"Los medios y los días"
  • Muerte, desgracias, irracionalidad

Un señor fue el otro día al supermercado. Hizo su compra y nada más regresar a casa le dio un infarto y se murió. Su corazón estaba sano. Personas muy queridas para usted, para mí, para todos, están ahora en hospitales y acaban de ser operadas de cáncer o están luchando contra esa enfermedad que nos sigue matando o dejando secuelas físicas y psíquicas imborrables. Y luego está lo de siempre, el hambre en el mundo y los medios de comunicación aplicándose eso de que las buenas noticias no son noticias y, aprovechando que la muerte y las desgracias dan dinero, ofrecen una sucesión de tragedias colectivas y personales para que nos distraigamos porque como se supone que no van con nosotros...

Hay medios de comunicación financiados por la Iglesia –como 13 TV- que, en sus fases publicitarias, pasan de pedir dinero para los pobres y desvalidos a anunciar la venta de objetos de oro o alta bisutería con la efigie del Papa o con otros adornos relacionados con la religión. Qué bien se lo han montado estos, mucho golpe de pecho, mucho que vienen los comunistas, pero ellos, en la práctica, se pasan el Evangelio por el forro de sus caprichos porque, si no fuera así, su vida no resultaría tan placentera sino que se acercaría más a la que tuvo el padre Diamantino García, a la del padre José María de Llanos –que en los años 70 del pasado siglo escribía en este diario a favor de los parias-, a la de monseñor Romero o a la del mismo Marcelo Spínola.

Nunca admitiré a esos medios de comunicación que, en nombre de la Iglesia y a través de buenos comunicadores, insultan, degradan y tergiversan la realidad para llevar a los receptores a un molino que ni siquiera muele trigo para fabricar pan católico, pero eso no es mi problema, es el de la Iglesia y sus seguidores.

Los medios contribuyen a que nuestras desgracias personales y próximas se unan un día sí y otro también, a las desgracias del mundo, a las noticias ofrecidas sin interpretación alguna, sin racionalidad, de manera que sin estos requisitos sigue aumentando lo que el psicólogo Seligman llama desvalimiento que es una especie de depresión generalizada de los habitantes de Occidente porque los de otros lugares subdesarrollados no tienen tiempo para eso puesto que han de buscarse algo que llevarse a la boca.

Luego está el jaleo político, durante todo agosto nos esperan especulaciones diversas porque no se nos ofrecen acontecimientos, noticias, sino no acontecimientos, que consisten en esos “podría éste pactar con el otro”, “tal vez es posible que aquél se une a éste” ... Oigan, ¿es mucho pedir que ejerzamos el periodismo y esperemos a que los hechos se produzcan? ¿Es mucho pedir que aguardemos a que llegue el nuevo pleno de Las Cortes en septiembre y veamos qué pasa y entonces eso es noticia y luego se analiza sobre la realidad de lo que ha ocurrido? Sí, es mucho pedir porque el cuchicheo es tan viejo como el origen del homo sapiens y gracias al cuchicheo la gente se organiza y se comunica y, ahora, se distrae. “Medio mundo critica al otro medio”, afirma el dicho popular. No lo dudo, pero es ya muy cargante que a todas las desgracias que nos rodean se sumen estos chismes especulativos un día y otro cuando el humano se libra más de sus angustias racionalizando situaciones, no enredándolas todavía más.