Opinión

Manuel Alonso Escacena

Nadie quiere ser “ero” todos quieren ser “er”

Nadie quiere ser “ero” todos quieren ser “er”

Nadie quiere ser “ero” todos quieren ser “er” / Manuel Alonso Escacena

El idioma inglés lo invade todo sin tomar prisioneros. En tendencias de moda o términos técnicos, todo avanza hacia una totalidad lingüística inglesa que invade nuestro día a día, tanto en siglas como en nombres. En lenguaje automovilístico, un freno no es un freno, si no lleva ABS (Anti-Block System) y una bolsa de aire es un air bag, todo camina en dirección anglosajona. Un desayuno de media mañana ya no es u tentempié, es un brunch; una video llamada es una call, y en los cargos directivos de empresas, un consejero delegado es un CEO (Chief Executive Office) o un financiero es un CFO Chief Financial Office)

En profesiones u oficios, el sufijo “ero”, que designa a veces a los profesionales en castellano, equivale en ingles al “er” (fontanero/plumber, carpintero/Carpenter o mensajero/courier).

En español, las profesiones que usan el sufijo “ero o era”, suelen designar por regla general, oficios u ocupaciones, y sus servidores suelen provenir de la formación profesional o incluso del propio aprendizaje sin estudios. Suelen aludir -no siempre, claro- a tareas manuales, mecánicas, o realizadas con máquinas, más que con el intelecto. Asi encontramos profesionales, tales como los citados antes y otros muchos: camareras, torneros, varilleros, barrenderas, vaqueros, jardineros, porteros, enfermeras, etc.

Normalmente los nombres de las profesiones que se ejercen al culminar estudios mas técnicos o cualificados (lo que necesariamente no implica que sean más útiles, ni deban ser mejor pagadas) no suelen finalizar en “ero”. Médico, arquitecto, abogado, economista, biólogo, físico, matemático, son ejemplos de ello.

Siempre desde luego, caben excepciones, tales como ingeniero o financiero, pero constatada la atipicidad, seguimos.

Hoy, algunos chavales jóvenes no se sienten atraídos por las profesiones “ero”, no estan de moda, y desean orientarse al falso espejismo del “er”, deseando ser influencer, youtuber, gamer, rider, o lo que es peor, incluso tiktoker, que ya es de nota, y que estan muy de moda, pero solo sirven de medio de vida a una reducida minoría, el tiempo efimero que dure la moda. Son muchos los que las sueñan, pero pocos los que viven de ellas, aunque gozan de mucha difusión.

En cambio, en España, no se encuentran profesionales para determinados oficios “ero”, esenciales para la sociedad, porque no son glamourosos, y la población que no opta a la universidad, no se plantea aprender y ejercer estos oficios. Y lo peor es que muchos, no desarrollan oficio alguno.

Por el abandono o la minusvaloración de la formación profesional, profesiones u oficios fundamentales, no encuentran quien quiera asumirlos. Se ha vendido que un fontanero es “menos” que un arquitecto, o un tronero, “menos” que un médico. Craso error. En Alemania, incluso en el potente sector automovilístico, un técnico de cualquier rama (metal, electricidad, diseño, etc.) es un profesional muy cotizado, y muy, muy bien pagado, mejor que muchos universitarios. Y muchísima gente vive muy, pero que muy bien, de estos oficios.

A causa de esta circunstancia, nuestro ministerio de seguridad social, empieza a pensar en iniciativas, orientadas a importar mano de obra extranjera, que asuma estas funciones, cuando en España, la tasa de paro no es precisamente baja. Un contrasentido. Y además un fracaso, porque el valor añadido de esa renta que profesionales españoles podrían percibir, irá a manos de quien tenga los pies más en la tierra y piense mas con la cabeza.

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