Necesidad de filosofar

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19 nov 2016 / 23:16 h - Actualizado: 19 nov 2016 / 23:16 h.
"LOMCE","UNESCO"

Hace años que la UNESCO, el organismo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, instituyó el tercer jueves de noviembre como el Día Mundial de la Filosofía. Lo de los días mundiales está alcanzando tales proporciones que pronto habrá tres o cuatro celebraciones diferentes cada día del año, pero qué le vamos a hacer, la simbología es muy poderosa en estos tiempos de hiperinformación. La Filosofía necesitaba su día con urgencia, porque las transformaciones sociales y culturales van paulatinamente borrando del mapa la presencia de esta disciplina. En nuestro país las últimas leyes educativas han ido relegando la enseñanza de la Filosofía hasta arrinconarla en el cajón de las optativas con la vigente LOMCE.

No se sabe muy bien qué pasó en Grecia entre los siglos VII y VI antes de Cristo para que la poderosa mitología fuera superada por la razón. Aunque las primeras escuelas filosóficas aún estaban marcadas por el peso del pensamiento mitológico, lo cierto es que la apuesta por la razón como instrumento para tratar de conocer y dominar la realidad supuso una transformación trascendental para el futuro de la humanidad. El estímulo del pensamiento crítico e independiente y la consolidación de valores universales son razones más que suficientes para defender el conocimiento y la práctica de los métodos filosóficos, y ésos son los objetivos del día mundial celebrado esta semana.

A esa mayoría de jóvenes y no tan jóvenes que desdeñan el pensamiento filosófico como algo desfasado e inútil en nuestra sociedad tecnologizada y moderna, sólo habría que recordarles que a Sócrates, el gran discutidor de la Antigüedad, le costó la vida su pasión por debatir sobre las cuestiones que le preocupaban: el sentido de la vida, la justicia, la belleza, la verdad... así que tan estéril no debía de ser su predicamento. Algún peligro debieron ver los poderosos de la época en esos perseguidores de la sabiduría, ésos que esbozaron por primera vez y para siempre un proyecto unificado de estudios filosóficos.

Sócrates, Platón, Aristóteles... y los presocráticos Tales de Mileto, Heráclito, Anaxágoras, Empédocles, los sofistas de los que aprendió Sócrates... sólo por el regusto de conocer esos nombres sonoros de personas que vieron en la reflexión y el pensamiento un modo de entender y dominar la realidad que los rodeaba ya merece la pena el interés por esta disciplina. El Pienso luego existo que formuló Descartes en su Discurso del Método (genialmente transformado en una viñeta de Forges en un Pienso, luego estorbo para criticar la desaparición de la asignatura de Filosofía), es un argumento irrefutable aunque lo pasemos por alto a fuerza de utilizarlo como chiste.

La reflexión, el debate y el pensamiento constructivo poseen un valor incalculable en estos tiempos de indefinición. No hay razón que justifique privar a la juventud de estos conocimientos inútiles. Más inútiles que esos itinerarios erráticos y cada vez menos exigentes que han hundido el nivel de nuestra educación pública no son, a la vista está. Y dicen que el pensamiento filosófico probablemente floreció en Grecia porque el empleo masivo de la mano de obra esclava permitió a los atenienses, libres de trabajar en los campos y en otras actividades productivas, pasar largas horas debatiendo sobre cuestiones que les interesaban. En esas asambleas se produjo el paso del mito al logos, la gran revolución silenciosa que formuló los interrogantes esenciales de la condición humana. Tanto nini con tanto tiempo libre podrían representar ahora una nueva oportunidad para el pensamiento, ¿o no?