La Tostá

Ni olvido ni perdón

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
30 ene 2023 / 04:56 h - Actualizado: 30 ene 2023 / 05:00 h.
"Terrorismo","La Tostá"
  • Alberto Jiménez-Becerril.
    Alberto Jiménez-Becerril.

Hoy se cumplen 25 años del vil asesinato de don Alberto Jiménez-Becerril Barrio y de su esposa doña Ascensión García Ortiz, Ascen, con quienes alguna vez tomé unas cervezas en Triana. Siendo alcalde del arrabal sevillano, y gracias a Antonio García Barbeito, Alberto me editó mi primer libro (La Sonanta, 1993), una biografía del cantaor, guitarrista y letrista flamenco Fernando el de Triana. Con este motivo lo traté bastante y llegué a tenerle un gran aprecio como servidor público y como persona. Nunca entendí que ETA lo matara aquella madrugada de 1998, de aquella manera, y duele bastante que los partidarios de la banda terrorista vasca tengan hoy tanto peso en el actual Gobierno.

Con Alberto siempre hablé de Triana y de flamenco, nunca de política, pero no porque tuviéramos ideologías muy distintas, sino porque no se encartó. Aquel sevillano tan grandullón era un tío en todo el sentido de la palabra, que tenía un buen futuro en la política andaluza. Cuando lo asesinaron tenía solo 37 años y toda una trayectoria ya como miembro del Partido Popular. Su proyección era imparable y a lo mejor lo mataron por eso, porque tenía futuro, además de un presente brillante. Y tres hijos, de cuatro, siete y ocho años. Lloré amargamente aquella aciaga y fría noche por su muerte y la de su esposa, pero también por esos tres niños que habían perdido a sus padres a una edad en la que ya se sufre ante una pérdida así.

Mi padre se murió algo más joven que Alberto, 33 años, dejó también tres niños de cuatro, dos y un años, y llevo sesenta y dos echándolo de menos. No murió ejecutado en plena calle, como Alberto y Ascen, sino de leucemia. He pensado muchas veces en aquellos niños que hoy honran la memoria de sus padres y en cada pensamiento había un alto componente de rabia. No digo odio porque ni eso merecen las bestias inmundas que los asesinaron a sangre fría en nombre de no sé qué mierda. Los que hemos crecido con ETA matando, como es mi caso, nos iremos a la tumba sin entender tantas muertes y tanto dolor. Ni que hoy participen en un gobierno que los ha blanqueado de manera tan miserable.

Alberto Jiménez-Becerril tendría hoy 62 años y quién sabe si hubiera llegado a ser presidente de España o de Andalucía. Quizá sea eso lo de menos. Le negaron el privilegio de poder criar y educar a sus hijos, de conocer a sus nietos y de disfrutar de la vida en general junto a su encantadora esposa. Nunca perdonaré a sus asesinos, ni olvidaré a aquel hombretón que tanto amó a Triana y que me ayudó a conseguir un sueño que parecía inalcanzable: el de escribir un libro de flamenco, el primero de una docena. Parece que fue ayer, pero ha pasado ya un largo cuarto de siglo. Malditos hijos de perras.