Resulta que para cursar estudios de medicina, hay que obtener una nota de corte de las más altas que se exigen en el distrito único andaluz. Después de cursar 6 años, hay que pasar un prueba selectiva, el MIR, sin la cual no se puede optar a plaza de especialista, ni ejercer. Por tanto, no es una profesión apta para poco preparados, y los que consiguen hacerse médicos, no son precisamente tontos, sino todo lo contrario, lo mejor de lo mejor, académicamente hablando. Como remate, no es la primera vez que leo, que se jubilan en un numero elevadísimo en muy pocos años, los docentes más veteranos de la facultad de medicina de Sevilla, la mas demandada en Andalucia, y que si no se remedia, la facultad tiende a quedar con una plantilla de profesorado, que no ejerce en la práctica la medicina. Son solo académicos.
Por otro lado, los hospitales públicos españoles, en los que los MIR permanecen en sus años de residentes, no paran de generar titulares de eficacia, en materia de trasplantes, o técnicas avanzadas, pese a las direcciones políticas que hacen todo lo posible por aburrirlos. Los centros en los que culminan los aspirantes sus últimos años de formación, son muchos de ellos, hospitales de referencia internacional.
Y sentando lo anterior, ¿cuántos de ustedes han sido atendidos en centros privados o públicos por médicos extranjeros? Muchos, seguro. Hispanoamericanos, muchísimos. Y nada que objetar, líbreme Dios, por razón de procedencia, color de piel, o nacionalidad. Pero, no me negarán, que, en el tratamiento de un enfermo, el entorno social, influye. Y no lo entiende igual un doctor español, que uno procedente de otras culturas, sin desmerecerlos lo más mínimo.
De modo que, si deben venir médicos de fuera, es porque faltan en España o porque los españoles se van. Si es que faltan médicos, no se entiende tanto requisito exigente para acceder a una profesión de primera necesidad para la población, muy demandada por el alumnado aspirante. Muchos, que serían excelentes médicos vocacionales, no pasan la criba tan alta que se exige. Si es que se van de España, es porque, o bien no hay plazas para ellos, o porque no se retribuyen bien las que hay. Volvemos a la disección: si es lo primero, que no hay plazas, ¿cómo las ocupan los extranjeros? Si es lo segundo, que no se pagan bien, estamos diciendo, que traemos médicos extranjeros para pagarles menos que a los nacionales. Tremendo.
El caso es que, en la última hornada de MIR, los aprobados no han cubierto las plazas que se precisan. El consejero andaluz de salud, Jesus Aguirre, médico de profesión, se ha manifestado sobre la cuestión, y su análisis (como suele ser frecuente en este señor, de formas de expresión castizas pero muy sensatas), me parece razonable y además, despeja interrogantes. Ha propuesto que se cubran las plazas, con los que más nota hayan sacado, de los que no han aprobado. Que se apruebe con cuatro y medio, vaya. Este hombre, que durante la pandemia ha gobernado bien la tormenta, es un gestor público sanitario, y dice que plazas, hay. Que además se necesitan, y que deben ser cubiertas. Entonces: ¿Por qué importar médicos de fuera, si los tenemos aquí maravillosamente formados? ¿Porque dejar que el gasto en formación se marche fuera, después de haber invertido un buen dinero? Digo yo...