No ha sido una moción de censura

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01 jun 2018 / 19:05 h - Actualizado: 01 jun 2018 / 19:06 h.

Que también, lo que se ha producido ha sido un solemne Pacto de Estado por la dignidad, en el que no sobra nadie, y faltan algunos. Podría parecer rocambolesca la jugada, pero solo si se analiza con el estereotipado prisma, de quienes se empeñan en que seamos daltónicos. La crónica más primaria nos radiografía que hay tres vértices operando: la ultraderecha, la corrupción instalada en el poder, y la variable de la pluralidad reflejo milimétrico de un país vivo.

La generosidad, el sentido de la responsabilidad, no poner condiciones en el tablero como el de la moción de censura, que es tan inédita como extraordinariamente loable en estas excepcionales circunstancias. Y pórtico para romper el desapego de un pueblo que había dejado de creer en la política. Disculpen, pero más allá del inevitable guion que se debe seguir en una tribuna, absolutamente nadie, ninguno de los excesivos hombres ni de las escasísimas mujeres que intervinieron, pidieron nada a cambio de su voto.

Ni siquiera el PNV, un clásico en las negociaciones con mayúsculas. Era tan de catón que necesitaba poner el listón de los PGE, para volver a Euskadi, y fue sin garantías selladas, ya que en el Senado el expartido del Gobierno tiene mayoría absoluta. Por eso al César lo que es del César, por lo tanto, como el resto, ya forman parte también del movimiento por la regeneración, que derrotó en primera instancia a la corrupción, a la ultraderecha, y al pesimismo.

La partitura que han seguido todos los grupos parlamentarios, del Pacto por la Dignidad, en el estrado, ha tenido dos apartados bien diferenciados: uno primero en clave la realidad del hoy, donde han dicho sí a recuperar la ética sin nada a cambio; y un segundo apartado dedicado al deseo para el día siguiente, donde plasman los deberes pendientes para este país, poner en marcha un Plan de Emergencia Social e Institucional, para devolverle España a su gente, para que esta tierra sea un lugar seguro para la democracia

Frente al pánico de algunos... de las acusaciones de fraude por usar artículos 113 y 114.2 de la Constitución frente a las editoriales de carácter pirómano, a los apocalípticos. Este país recupera la esperanza, y se acuña la frase que constituye el andamiaje del Si Se Puede, porque sólo se ganan las batallas que se dan, como vienen demostrando feministas y pensionistas. Y mejor unidos, para no tener que pagar consecuencias por separado. Decía Eduardo Galeano: «Que mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo».