Los medios y los días

No pasarse con el Betis, con el deporte ni con Sevilla

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17 ene 2022 / 04:00 h - Actualizado: 17 ene 2022 / 04:00 h.
"Real Betis","Sevilla FC","Los medios y los días"
  • Formaciones antes del derbi. / E.P.
    Formaciones antes del derbi. / E.P.

Si la supuesta asta pvc de bandera no le hubiera dado en la cabeza al futbolista del Sevilla FC, Jordán, supongo que no se hubiera armado el escándalo que se armó el pasado sábado por la noche. Pero como le dio, hay que detener al autor, juzgarlo y que pague por su delito. Y sin que le hubiera dado, también. No me esperaba que el partido se suspendiera, lo que yo vi por TV fue un delito acompañado por una puesta en escena que lo agrandó enormemente. Creo que en el Villamarín no se veía un gol olímpico desde que metió el último Rogelio Sosa. El lanzador de palos aguó la fiesta, pero las reacciones posteriores de unos y otros contribuyeron a aumentar la gravedad del acontecimiento y a oscurecer los dos magníficos goles que habíamos visto, sobre todo el de Fekir.

Parece que se decidió dar un escarmiento a los 45.000 espectadores que por uno solo de ellos pagaron el pato a pesar de que miles de personas lo condenaban a gritos. Ya sabemos el vencedor de la contienda, supongo, porque yo estoy escribiendo esto horas antes de que jueguen de nuevo ambos equipos en el Villamarín a puerta cerrada. Enhorabuena quien haya sido. Cuando escribo lo que menos me importa es el resultado, ahora quiero romper una lanza a favor del Betis como entidad y a favor del deporte futbolístico sevillano y de mi ciudad, Sevilla.

Ya está clara mi postura, ¿verdad? Leña jurídica al culpable o culpables porque hubo más disturbios que no salieron en televisión. Habrá muchos fuera y dentro de Sevilla escandalizados, incluso alegres por lo que ocurrió. Lo que es a mí no me van a meter en el cuerpo ese complejo de vergüenza y de culpa. “Qué van a decir cuando vayamos por ahí. Qué podemos contestar”, se lamentaba un comentarista en la radio.

Pues miren ustedes, Sevilla es una gran ciudad o empieza tímidamente a serlo. En lo deportivo, en el fútbol, que es el deporte que más dinero, pasiones e intereses mueve, esta ciudad disfruta no sólo de dos equipos en primera división sino que ambos compiten en Europa y en estos momentos están en los puestos de cabeza. Por eso, porque es una gran ciudad con dos grandes equipos, le ocurren estas cosas; de ser una ciudad provinciana y envidiosa no le ocurriría nada, salvo padecer la enfermedad de su envidia. En una gran ciudad, siento decirlo, siempre tendremos el riesgo de que suceda esto y cosas peores, así hemos organizado el mundo, en torno a grandes ciudades y Sevilla debe estar ahí, en ese ranking, con sus tradiciones y con sus factores propios del siglo XXI.

Estamos recordando el primer aniversario del asalto al Capitolio y también tenemos en Inglaterra el escándalo de que mientras la gente estaba encerrada en sus casas y no podía ir ni al entierro de sus muertos, en la casa del primer ministro estaban de fiesta. Al lado de ambos hechos lo que pasó en el Villamarín es un suceso menor. Suena muy fuerte que al jugador agredido lo llevaran a urgencias. Le dieron pronto el alta y deseo de todo corazón que no sea nada, yo creo que no fue nada y que esas precauciones se tomaron porque se trata de un atleta de alto standing al que cuidan como tal porque hay dinero y otros intereses tras él, sin que eso elimine la solidaridad con el daño que le han infringido a un semejante.

En definitiva, que, por muy duro que pueda parecer, a mí dame tú un Washington o un Londres con sus trifulcas, antes que una ciudad donde nunca pase nada. Repito: así hemos organizado el mundo. El mismo sábado estuve toda la tarde por Nervión. Junto a miles de personas que disfrutaban, civilizadamente, gritando a favor de su equipo, vi a otras en una zona entre El Corte Inglés y el Sánchez Pizjuán, bebiendo en la calle. Al final aquello era un estercolero de bolsas y botellas. Y lo bueno es que había policías vigilando para que estos guarros delincuentes lo pasaran de miedo hasta el punto de que algunos vecinos que van para sus casas se las ven y se las desean para llegar a ellas. Allí no estaba la TV y sin embargo es una vergüenza también, equiparable a la del golfo que lanzó el asta de pvc. Y si nadie mete en cintura a estos bebedores callejeros es porque ni en casa los educan ni la policía puede hacer nada porque la izquierda no quiere perder sus votos, que menuda izquierda es ésa.

Todo sucede porque Sevilla es una gran ciudad y en la gran ciudad hay de todo, la armonía total no se le puede pedir por ahora a los seres humanos ni en el más tranquilo de los pueblos, lean la novela El disputado voto del señor Cayo, de Miguel Delibes, o vean la película derivada de ella. Dos únicos habitantes en una aldea y no se hablaban. Lo siento mucho, pero la vida es así, por el momento.