Los medios y los días

¿No son muchas vacunas ya?

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24 oct 2022 / 04:00 h - Actualizado: 24 oct 2022 / 04:00 h.
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  • <p>Foto: E.P.</p><p></p>

    Foto: E.P.

Nos hemos pinchado unas pocas veces y desean que nos pinchemos más, nosotros los adultos, los más mayores, los bebés y los niños. Incluso los bebés y niños, de la gripe, también. ¿No es raro esto? ¿Por qué tanto celo en inyectarnos esta o aquella vacuna? ¿Y a los niños? De 0 a 5 años, como si no tuvieran ya vacunas de sobra que ponerse las criaturas. ¿Qué vamos a hacer con nuestro sistema inmunitario? ¿No queremos darle ni una pizca de trabajo?

Miren, vivir es para el bienestar y para el dolor. Hoy no aceptamos el más mínimo dolor y ahora parece que hay a quien no le interesa que muera ni que enferme nadie, no sea que pierda un voto, el del muerto, más el de su familia y sus amigos. Los niños no votan, ¿tan seria es la amenaza de la gripe también contra ellos? ¿Hay verdadera necesidad de vacunarlos tanto y de vacunarnos tanto los demás? Ya sé que morir es detestable, pero habrá que asumirlo y habrá que asimilar que vida, dolor y muerte son un mismo fenómeno. Ya sólo falta que aparezca un político como aquel alcalde de Lanjarón (Granada) que prohibió que se muriera la gente en el pueblo. La prensa ha publicado: “En 1999 el alcalde del pueblo de Lanjarón prohibió la muerte. En teoría, sentía que el cementerio local estaba tan lleno, que las almas no podían tener el eterno descanso que merecían”.

Poco después, el 3 de octubre de 1999, El País, mediante un despacho de la Agencia EFE, informaba de que la muerte había hecho caso omiso al regidor: “Al alcalde del pueblo granadino de Lanjarón, en La Alpujarra, el popular José Rubio, que hace una semana dictó un bando que prohibía morirse a los vecinos porque ya no quedaba espacio en el cementerio, no le han hecho caso: un hombre de 91 años murió ayer por causas naturales y será enterrado por su familia en el cementerio municipal. José Lozano Píñar murió en su domicilio apenas siete días después de que Rubio hiciera público un bando en el que rogaba a los vecinos que cuidasen de su salud mientras el Ayuntamiento buscaba nuevos terrenos para un camposanto”.

Los negacionistas están al mismo tiempo contentos e indignados, creen que llevaban razón y que el plan para disminuir la población mundial mediante vacunas adulteradas sigue adelante. Ignoro los negocios que se traerán algunos con las grandes farmacéuticas y si hablar de vacunas y más vacunas se ha convertido o se va a convertir en un arma electoral. Lo que sospecho es que con tanta vacuna el personal va a empezar ya a hartarse y a exclamar lo que decía mi madre y tanto escuchaba en mis tiempos de mozalbete: “Mira, que sea lo que Dios quiera”. Y adiós a tanta estocada.

Estocadas por ahora. Dice Eva Van Den Berg en National Geographic que el ingeniero biomédico Mark Kendall fundó en 2018, WearOptimo, empresa dedicada a fabricar una amplia gama de dispositivos microponibles que se adhieren a la piel y permiten al usuario conocer parámetros de su salud en tiempo real. Uno de ellos, especialmente relevante, marcó un antes y un después en su carrera. Se trata de un parche autoadhesivo de vacuna totalmente indoloro llamado Nanopatch, un «nanoparche» de apenas un centímetro cuadrado de superficie que pretende revolucionar el mundo de las vacunas y que puede contribuir a salvar muchas vidas. En 2012 ese pequeño dispositivo fue galardonado con el Premio Rolex a la Iniciativa.

Afirma el citado inventor que las vacunas actuales se aplican con un invento del siglo XIX que además causa 1,3 millones de muertes anuales que, según la OMS, se producen como consecuencia de infecciones causadas por jeringas contaminadas. Además, afirma el caballero que las jeringas tienen menos efectividad que su invento. Conclusión: si se implantan los micro parches, más vacunas nos vamos a poner. A ver si inventan una que inocule inmunidad contra la estupidez, virus muy común en nuestros días.