No hay mal que por bien no venga. Eso es lo que dice el refranero y, ciertamente, suele ser así. Hemos tenido una crisis en la frontera con Marruecos y eso debe servir para sacar conclusiones.
¿Cuánto tiempo tardaría Marruecos en invadir territorio español? La respuesta es fácil puesto que ya la conocemos: unos minutos; el tiempo que pasa desde enviar un mensaje de Whatsapp diciendo que Cristiano Ronaldo, esa misma tarde, juega un partido de fútbol en Ceuta hasta que se viraliza y comienzan a llegar jóvenes, niños o familias enteras, nadando o a pie. Ya sabemos que la facilidad con la que se puede producir la invasión es enorme y preocupante. De hecho, el Ejército español está solicitando disponer de los medios necesarios para que se pueda defender la integridad del territorio nacional en los puntos más vulnerables. No son pocos los lugares que se pueden convertir en coladeros. ¿Recuerdan el verano del año 2002? Pues en ese momento, un pequeño grupo de gendarmes del reino alauí tomó la isla de Perejil izando allí la bandera marroquí. España intervino militarmente sin disparar una sola vez. Pero aquello fue un aviso de lo sencillo que es hacer algo así. Ahora, ya tenemos otra modalidad de invasión sobre la mesa.
Tengo la sensación de que con el Ejército nos puede pasar como con la Sanidad pública. Antes de la pandemia creíamos disfrutar de una estructura sanitaria a prueba de bomba. Ahora, sabemos que los sanitarios son excelentes profesionales y que esa estructura es tan enclenque como cualquier otra del mundo. ¿Tenemos un buen Ejército? Lo que es seguro es que disponemos de buenos militares puesto que lo han demostrado en infinidad de ocasiones mientras desarrollaban misiones de paz en todo el mundo (en esas misiones han sido atacados, han tenido accidentes, han lamentado bajas...) y, también, es seguro que la suma de buenos militares no es igual a un Ejército ejemplar. Las instalaciones, el armamento o el material auxiliar, son esenciales.
El año pasado, al acabar el mes de febrero, nadie era capaz de pensar que la cosa se iba a poner tan fea a causa del coronavirus. Una pandemia de las dimensiones de la que estamos sufriendo parecía, sencillamente, imposible. Y, sin embargo, se produjo. Hoy, nadie en su sano juicio, podría prever un ataque a España desde un país vecino. Pero, sin embargo, ya se nos han colado en Ceuta diez mil sujetos sin gran esfuerzo por su parte y en tiempo récord. Sabiendo nadar o teniendo un flotador a mano les ha sido suficiente.
La Gran Guerra parecía imposible justo antes de estallar. Se produjo y la carnicería fue colosal. La Guerra de los Balcanes era una ensoñación de agoreros que se habían vuelto tarumbas. Se produjo y el horror que se vivió en la zona fue descomunal. En el mundo actual las guerras no parecen existir aunque son reales y sangrientas. En Siria se mata a diario, en Sudán del Sur no dejan de guerrear, en Yemen lo mismo, en el Sahel más y más; hace unos días los cohetes y misiles volaban de un lado a otro a través del cielo israelí y palestino dejando un reguero de sangre... Claro que son posibles las guerras. Y los ejércitos sirven para evitarlas, para mantener las cosas en orden mientras sea posible. Por ello hay que dotarlos de medios. Así de sencillo.