Nostalgia del Bolillón

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10 ago 2018 / 16:30 h - Actualizado: 10 ago 2018 / 16:17 h.

Aquellos que se encontraban aquella noche de 1989 en el sevillano Parque de los Príncipes para escuchar las melodías en adobo del Agropop, sabrán de qué les voy a hablar disculpando mi entusiasmo. Aquel concierto que una vez acabado, se repitió entero a los bises al no tener más repertorio. Es imposible que usted, amable lector o lectora, cumplidos ya los cuarenta y muchos, no lo recuerde como emoción porque allí estuvimos todos. Casi treinta años después de aquel costumbrismo musical de marujitas y canarios coincido con Pepe Begines, casualmente el mismo día en el que venía al mundo Silvio, el rey del swing a las sevillanas maneras. Él fue un sevillano auténtico; elegancia de calcetines blancos, corbata fina y mirada canalla de dandy melancólico. Pepe Begines ya no usa sombrero de ala ancha, pero conserva esa mirada que solo tiene la gente de pueblo. Es alegre, socarrón, surrealista, romántico y alma mater del grupo que fue capaz de hacer comulgar con sandías de Los Palacios a media España después de la movida ochentera, convenciéndonos de que el mejor camino era el que marcaban esas calles de Chicago americanas, igual que en Dos Hermanas. Silvio reconoció que por amor se bebió un tinto, Pepe tiene en su haber el privilegio de haber compartido con el maestro una cocacola y ser, en compañía de su banda, la memoria musical de los mejores años de muchos de nosotros. “No me pises que llevo chanclas” fueron otro ejemplo más, como los Smash, Veneno o Triana, de que innovar en la música era posible un poquito más allá, de Trebujena. Será porque ya no se hace música de verdad, que reconozco tener nostalgia de Bolillón...


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