La vida del revés

Nuestra irrelevancia y el cambio climático

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21 ene 2020 / 07:25 h - Actualizado: 21 ene 2020 / 08:09 h.
"Opinión","La vida del revés","Cambio climático"
  • Fotografía: EFE
    Fotografía: EFE

Si mira usted a su alrededor comprobará algo insólito. Lo que hace unas semanas era un hervidero de activistas y simpatizantes de la causa común que busca salvar el planeta Tierra, ahora, es un solar. Es como si hubiera desaparecido la humanidad entera. Ni siquiera se pueden ver políticos buscando un puñadito de votos o empresas, contaminantes a más no poder, intentando una expiación rentable y duradera. No queda ni rastro. Tan solo usted y yo y esos ciudadanos de todo el mundo que sin hacer ruido separan la basura para que se pueda reciclar, apagan los aparatos eléctricos y la luz de las casas para que no se consuma energía de forma innecesaria, cierran los grifos intentando no gastar más agua de la necesaria y tratando de aprovechar hasta la última gota de lo consumido. Ay, esos primeros litros de agua que perdemos cada mañana en las duchas. ¡Qué bien les vendría a las plantas que tenemos en casa!

Ni los activistas, ni los políticos, ni las empresas, lograrán conseguir sus objetivos sin la colaboración de cientos de millones de personas que hacen lo que tienen que hacer día a día, sin manifestarse, sin mítines, sin intereses de ninguna clase.

Las civilizaciones actuales son lo que son gracias al esfuerzo de ‘los invisibles’, de los que trabajaron, trabajan y trabajarán, sin descanso y en silencio.

Por eso, no hay que preocuparse si el show está en pleno descanso porque el trabajo se sigue haciendo en el mundo entero. Buscar el bien común en silencio es muy saludable y tan lícito como hacerlo con una pancarta en la mano; aportando lo poco que somos, entregando nuestra insignificancia a una labor que salvará el planeta y, por tanto, facilitará la supervivencia de la especie.

Nuestra insignificancia se convierte, así, en un dios todopoderoso sin el que nada sería posible. Enhorabuena, queridos, por su santa irrelevancia.