Hace muchísimos años, mi querido Paco (Robles) me brindó uno de los mejores consejos que jamás haya recibido. “Hay que prepararse bien para lo que viene (la Semana Santa) así que toma esto y léetelo antes del Viernes de Dolores”. En sus manos sostenía un pequeño libro manoseado, que me acercó casi con la exigencia de los que saben que tienen razón. Tomé el libro y leí la portada “Teoría y realidad de la Semana Santa por Antonio Núñez de Herrera”. Y ahí empezó todo...
Hay libros que se convierten en faros que brillan en la oscuridad para iluminarte el camino y esta joya así hizo conmigo. Y más tarde con muchos a los que, como miembros de una secta secreta, hemos ido sumando a nuestra causa. Causa que ya es conocida por muchos, ¡aleluya!
Puede que usted esté pensando: “ya lo he leído”, pero, al igual que cada Semana Santa es distinta, porque son nuestros ojos distintos, cada vez que abra sus páginas, el libro irá evolucionando con su mirada. Por eso le aconsejo que vuelva a leerlo, una vez más, cada año, durante la Cuaresma, saboreando el nerviosismo de la espera. Como un rito sagrado, como la primera torrija, la primera brisa de azahar o el primer garabato de incienso. Siempre igual pero siempre diferente.
Con su característico estilo audaz y provocador, Núñez de Herrera nos guía a través de los misterios y las pasiones que encierra la Semana Santa sevillana. Su prosa, llena de humorismo y sabiduría popular, nos muestra una visión vanguardista y profundamente humana de lo que, al contrario de lo que las malas lenguas dicen, siempre cambia para poder permanecer.
Aquel que describió al Señor de Sevilla como “un Dios honrado y fuerte. Ninguno como Él es de verdad aquel Jesús de Galilea, insobornable y enérgico, que arrojó a los mercaderes del templo blandiendo en la segura mano el látigo indignado y justiciero”, deposita en cada línea la fórmula magistral para que entendamos lo inexplicable, para iluminar lo tenebroso, y comprendamos que detrás de cada esquina de esta ciudad, bajo la atenta mirada de la luna de parasceve, cada año se cumple la ceremonia.
