¿Qué tienen en común los nombres Loki, Hela, Magneto, Dormammu, Surtur, Galactus y Ómicron? Parece que son todos nombres de villanos de Marvel ¿verdad? Sin embargo, Ómicron es el nombre de la variante del SARS-CoV-2 que se ha localizado, por primera vez, en Sudáfrica. Por cierto, que se haya descubierto allí no significa que sea, necesariamente, una variante desarrollada en ese país. Por esa razón, para que no caigamos en la tentación de señalar a un país concreto de todos nuestros males, la OMS utiliza letras griegas para denominar las variantes que van apareciendo.
Pues sí, el nombre bien podría ser el de un malo malísimo de cómic. Y el primer caso de la variante ómicron en España ya ha sido localizado. Ha sido en Madrid, en el Hospital Gregorio Marañón. Y el primer caso positivo en una persona que no había viajado a Áfric, se ha detectado en Alemania, lo que significa que el virus ha comenzado a expandirse sin control. No hay forma de detener a esta variante. Ni a ninguna otra. En un mundo global nada puede pararse. La movilidad de las personas y la de objetos por todo el mundo es rápida y constante; el contacto entre personas es de una intensidad apabullante; y el control que debería ejercerse para impedir los efectos de un virus es, sencillamente, imposible.
Efectivamente, Ómicron es el gran villano actual, como lo ha sido Delta o el genérico Coronavirus. Efectivamente, somos demasiados como para poder detener algo para lo que se necesita solidaridad a espuertas y un sentido de supervivencia colectiva que ni se acerca al que tenemos unos y otros. Es decir, si Ómicron es un villano, el ser humano es criptonita para sí mismo. Y así no vamos a ningún lado.