Los medios y los días

Optimismo por huevos

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24 mar 2020 / 03:15 h - Actualizado: 23 mar 2020 / 23:15 h.
"Los medios y los días","Coronavirus"
  • Optimismo por huevos

Antes, durante y después del coronavirus, los humanos seguirán enviándose mensajitos de pitiminí con esas bellas frases adornadas con ilustraciones celestiales que se estilan ahora. Estoy hasta las meninges de que haya que ser optimista por huevos, este happy world me hace gracia, pero me asquea al mismo tiempo porque es patético, desde que nos dieron a los humanos las tecnologías de los mensajes instantáneos todos nos hemos vuelto filósofos, predicadores, sanadores de penas, políticos, charlatanes de feria...; las ideas derivadas de la famosa frase “esto lo arreglo yo con...” corren por doquier a velocidad lumínica, convertidas en videos o en sentencias. Pues menudo es el humano, cada cual leyéndose y escuchándose a sí mismo, por cada mensaje aprovechable hay cientos que hay que borrar de un clic porque brotan del cerebro deseante, imaginativo, primitivo, encabronado, de la especie.

Merlí es esa serie catalana donde un profesor de filosofía de secundaria imita al profesor del film El club de los poetas muertos: que los chavales piensen por sí mismos. Es una serie interesante pero no puede evitar ser políticamente correcta y adoctrinar con los supuestos valores positivos de ahora. En el primer episodio un alumno le pregunta al profe: “¿Todo el mundo puede filosofar?”. Y el profe Merlí se queda un rato pensando antes de contestar. La respuesta la da el propio alumno a requerimiento del profe: “Sí, pero es que todo el mundo no quiere”. Y el profesor lo distingue con un premio: te declaro mi alumno preferido. Pues no señor, todo el mundo no puede filosofar, todo el mundo puede pensar pero no filosofar, si no, esto va a ser como la profesión de periodista o de psicólogo que la gente las tiene como algo que ejerce cualquiera. Con tal de mandarle al receptor el mensajito fácil y adulador del todos somos iguales, se jode la capacidad de filosofar, de manera que Hegel, Nietzsche o Heidegger se colocan a la misma altura que cualquier ciudadano, sea quien sea y se dedique a lo que se dedique.

De esa mentalidad viene el hecho de que todos se crean más genios y más chulos que un ocho y que por tanto aquí cualquiera mande mensajitos con frases optimistas del tú puedes, “todos unidos por el amor eso es felicidad, todos unidos por el amor esa es la nueva sociedad”, que es una canción que me hacían entonar en el colegio cuando púber. Luego me encontré en el mundo de la música a esos grupos devenidos de diversas sectas gringas con sus canciones ñoñas y ahora arriban los mensajitos de vida y alegría: venga, vamos a vencer al virus, y toma Resistiré del Dúo Dinámico por el día y por la noche.

Ñoras y ñores –como decían Tip y Coll- porque se vean las cosas como son no se es pesimista ni derrotista, al revés. Ya están haciendo los test poco a poco a todo el mundo y estoy dispuesto a seguir lavándome las manos hasta que me las desuelle, pero hasta ahora, ¿qué me habían dicho para combatir al coronavirus? Que me quede en mi casa y que si no tengo más remedio que salir no necesito mascarilla ni nada. Pero, ¿a quién voy a combatir?, ¿de quién me voy a defender? Del coronavirus. ¿Y dónde carajos está el coronavirus? Ah, amigo, en todas partes, como Dios, lo puede tener éste, ese o aquél. Entonces, ¿cómo voy a defenderme de algo que ni veo ni sé dónde está? Con un metro y con guantes y si toses te tapas la boca con el brazo. ¿Y eso es todo? Sí, pero no sea usted pesimista que esto lo vencemos. Ya lo sé, pero será porque el bicho se haga viejo o se canse de joder, ahora lo venceremos pero, ¿y cuando llegue el otoño y el invierno que viene? ¿Habrá vacuna? ¿Vendrá el mismo bicho o su hermano gemelo con otro ARN bien mutado para que no lo maten? ¿Vendrá otro virus diferente? No se sabe con certeza. Pero, claro, no se sabe con certeza porque los políticos no suelen hablar a diario con los científicos haya o no pandemia, para ellos eso –la investigación y el intelecto- es lo de menos, lo que les importa es el jaleo y los votos de las masas que son la sociedad alegre y confiada de Occidente que se echa a llorar y a chillar cuando le quitan sus juguetitos para distraerse.

¡Quién me iba a decir a mí que iba a echar de menos una mascarilla de García Morato para salir a comprar una lata de sardinas en conserva!