Hace unos días Podemos ha presentado en el Congreso una proposición de Ley: la Ley de Igualdad LGTB. Aparte de exageraciones que muy probablemente desaparecerán con las enmiendas, nos parece loable el propósito y acertada la proposición. Se trata de normalizar sociológicamente lo que es normal en la realidad. Pero ¿orgullo por ser normal?
Desde la más remota antigüedad una cantidad apreciable de seres humanos han sentido atracción predominante o exclusiva por personas de su mismo sexo. Unas veces la sociedad ha sido permisiva con la homosexualidad (Grecia y Roma) y otras hostil (algunos países árabes actualmente) En nuestro mundo occidental se ha pasado de un desprecio generalizado a la aceptación de la normalidad y al tratamiento igualitario. Nos parece bien que gays y lesbianas «salgan del armario», que formen parejas estables, que contraigan matrimonio y, ¿por qué no? la paternidad o maternidad de hijos obtenidos por adopción, por fecundación artificial y hasta por maternidad subrogada. Lo mismo pensamos respecto a los transexuales y bisexuales Por eso ¿a cuenta de qué esas manifestaciones exhibicionistas de orgullo gay? ¿Es que no se creen su normalidad?
La represión de la zurdera daba lugar, no hace mucho tiempo, a trastornos neurológicos y psicológicos. Hoy en día nadie lucha contra la zurdera de su hijo o su hija. Pero nunca hubo un día del orgullo zurdo ni pensó nadie que el utilizar la mano izquierda más y mejor que la derecha fuese motivo de manifestaciones.
En resumen: homofobia no; orgullo, tampoco.