Por si alguien no se ha enterado, este fin de semana, Sevilla ha sido el foco de la música internacional con motivo de la entrega de los premios MTV EMA.
La entrega de premios del domingo fue el broche a varios días en los que destacó sobre todo la actuación de Green Day, The Struts y León Benavente en la Plaza de España, un Bien de Interés Cultural y una de las imágenes y atractivos más imponentes que tiene la ciudad.
Desde que se levantara para la exposición iberoamericana de 1929, la plaza ha sido escenario de multitud de eventos: conciertos, exposiciones itinerantes, juras de bandera, entrega de premios... y conciertos.
El vivido el pasado sábado, con 15.000 personas, fue el último ejemplo de lo bien que se pueden hacer las cosas y de lo mal que se hacen, y en el que los culpables son todos, desde los organizadores y administraciones hasta el ciudadano.
Para empezar, los accesos al recinto fueron una auténtica locura. Las puertas, o mejor dicho la puerta, se abrieron a las 18:00 horas, con el primero de los conciertos programado para las 19. La cola de gente pasaba las terrazas que se abren en periodo estival. Miles de personas intentando entrar por un solo acceso, el que está junto al bar Citroen. Allí eran registrados los bolsos, cacheadas las personas y tenían que pasar por arcos detectores de metales. La seguridad, aunque sea una incomodidad, es lo primero. La crítica es que, sabiendo que hay 15.000 personas que van a acceder al recinto, no habilitasen otras puertas para acceder.
Una vez dentro llamaba la atención lo imponente del recinto. El mejor atrezzo posible para un evento de talla internacional. El concierto mostró que el pasado y el presente pueden darse la mano y que se pueden usar elementos y emplazamientos históricos, como se hace en Mérida con un teatro que tiene bastante más antigüedad que la plaza que diseñara Aníbal González, para acoger eventos de esta envergadura.
Cuando emitan el concierto íntegro de la banda americana Green Day, muchos descubrirán la ciudad de Sevilla.
Un error importante es pensar que Sevilla es universal y que todo el mundo la conoce. Deberían hacerlo, pero no es así, por eso, ya que Sevilla, por suerte o por desgracia vive del turismo, hay que publicitarse en los grandes escaparates para atraer a la mayor cantidad de público posible.
El problema de todo es el incivismo que está presente en muchos sevillanos. Como muestra la foto que acompaña este texto. En la foto se pueden ver a varias personas orinando en unos semi arriates que delimitan el paseo que va de la entrada desde el restaurante de La Raza hasta la propia Plaza de España. Y todo era por no esperar una cola de cinco minutos para acceder a los baños habilitados para la ocasión.
Que haya ratas por las calles es culpa del ayuntamiento. Que se amontonen las basuras y que los contenedores estén rotos o sucios también lo es. Lo que no es culpa del gobierno local es que haya ciudadanos que dejen las bolsas de basura fuera, que la tiren a horas intempestivas, que dejen las heces de los perros en la calle y que orinen en las aceras, o en un Bien de Interés Cultural.
¿Para qué queremos una campaña para atraer turismo y enseñar las bondades de Sevilla cuando el ciudadano es el primero que no las respeta? Mejor sería unas clases de civismo y educación, que parece que escasea. O un pañal.