José Ortega Cano estuvo encerrado en la cárcel. Ortega Cano pago lo que hizo cumpliendo la sentencia que un juez dictó. Ahora, Ortega Cano está siendo vapuleado, insultado, perseguido y acosado por no sé qué cosas que tienen que ver con su vida privada. La televisión convertida, una vez más, en la sala de un tribunal lamentable, es el escenario en el que suceden cosas que deberían poner colorado a más de uno.
Ortega Cano y su familia viven o han vivido de la televisión, de vender exclusivas en revistas, de participar en eventos... Pero eso no significa que se les pueda perseguir hasta la extenuación o amargar la existencia. Vender una exclusiva no convierte en jueces a periodistas de medio pelo que viven de la carroña emocional, ni es una especie de cheque al portador en blanco con el que se puede hacer cualquier cosa en nombre de la diversión o del entretenimiento.
Ortega Cano es el paradigma de hombre que ha tenido todo y ha conseguido grandes cosas, pero ha fracasado. Su paso por la cárcel, su mala suerte con el entorno o entrar en territorios peligrosos en los que te conviertes en verdugo o víctima dependiendo de un presentador que te quiere o te detesta, le convierte en un pobre hombre al que le están dando unos últimos años que nadie quisiera para sí.
Pero lo que le pasa a Ortega Cano interesa a un número más que considerable de personas, lo que le pasa a Ortega Cano se amplifica gracias a profesionales del periodismo o colaboradores de los medios que son la vergüenza de la profesión, lo que le pasa a Ortega cano es motivo de discusión en las tascas... Una pena porque esto dice mucho de lo enferma que está parte de nuestra sociedad y de lo vomitivo que resulta un tipo de televisión que conocemos como basura. Esa televisión basura ya es un estercolero inmenso. Y muchos comen allí.