La vida del revés

Pablo Casado instalado en la mediocridad

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09 feb 2021 / 11:03 h - Actualizado: 09 feb 2021 / 11:41 h.
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  • Pablo Casado. / EFE
    Pablo Casado. / EFE

Pablo Casado está demostrando, con enorme y preocupante frecuencia, que es un político que arrastra enormes limitaciones, que está rodeado de asesores que intentan descubrir la política cada mañana aunque ya esté inventada; y que está intentando demostrar que la oposición sustentada en el no a todo es desastrosa para el país que dice amar tanto y para su propio partido (resulta patético que la única estrategia ante el juicio que ha comenzado con Bárcenas y sus papeles como protagonista sea no a todo).

No sería capaz de señalar una sola aportación al bien común de los españoles desde que Pablo Casado se impuso a Soraya Sáenz de Santamaría, en aquel congreso que cambió para siempre el rumbo del PP y que le está llevando a la indigencia política por su falta de ideas, su escasa capacidad para enfrentar problemas y una debacle electoral tras otra gracias a todo esto y a Vox. Ni una sola aportación. Siempre a la contra; siempre más pendiente de lo que pasa a su derecha y sin prestar demasiada atención a lo que pasa a la izquierda.

Casado es un político de mirada corta, de intenciones parciales y centradas en el beneficio propio; un político anclado al terrorismo de ETA que ya no existe y al independentismo que potenció su propio partido de distintas formas (desde pactar con ellos, hasta no querer ver la realidad, pasando por la debacle que supuso echar para atrás el Estatut). Y Casado es un político envuelto en dudas sobre su formación académica y sobre su posición ante asuntos que ahora vuelven a estar en primera de los periódicos (Casado defendió la honestidad de Bárcenas como si de un santo padre se tratase; luego le tachó de delincuente, pero en principio, no, como todos en el PP). Pablo Casado es un desastre para el centro derecha español que existe de milagro desde que Vox comenzó a crecer y merendarse a todos los que estaban en la derecha política.

Si la nueva política que anunció Pablo Iglesias se quedó en bravuconadas y en ideas viejas maquilladas con el almanaque actual, la nueva política de Casado ha consistido en colocar al partido en la trinchera de enfrente, en no colaborar, en negar la mayor. Desde el PP no se construye nada de nada. Desde el PP solo se procura hacer mucho ruido que esté unos decibelios por encima de todo lo demás. Un claro ejemplo es Díaz Ayuso, un ejemplo de mediocridad que, sin embargo, se está convirtiendo en un peligro para el propio Casado; un ejemplo de cómo instalarse en el territorio de la gresca porque la inutilidad política es tan asombrosa que mejor no dar pistas al enemigo. Solo sirve el ruido y el ataque a la yugular.

Pablo Casado no utiliza el discurso duro y áspero que usó la que fue portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, la señora Álvarez de Toledo, pero no lo hace por ser un hombre moderado sino para parecerlo. Ese discurso abandonado no convenía a un PP que quiere distanciarse de Vox. En cualquier caso, el frentismo menos corrosivo de Casado es igual de inútil que el de Álvarez de Toledo. El no es no de Casado es tan estúpido como lo fue el de Pedro Sánchez en su momento.

¿Qué pecado estamos cometiendo los españoles para que nuestra penitencia sea tan abrumadora? Casado, Iglesias, Sánchez, Montero, Calvo, Arrimadas, Abascal... Demasiado duro el castigo.