La vida del revés

Pablo Iglesias contra las cuerdas y Amancio Ortega sentado a la puerta

Pablo Iglesias tiene problemas. El batacazo electoral del pasado domingo es difícil de explicar y de superar. Amancio Ortega sigue a lo suyo. Sin meterse en camisas de once varas. Debe pensar que para eso está el vicepresidente segundo del Gobierno de España

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14 jul 2020 / 16:14 h - Actualizado: 14 jul 2020 / 16:27 h.
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Pablo Iglesias procura señalar a los enemigos para que sean vapuleados hasta el extremo. Habla de las cloacas, de lo perseguido que ha estado y se siente. Habla de los empresarios como si fueran el mal que todo lo envuelve en el mundo actual. Nada de dioses. Cera al Rey. España, nación de naciones. Lo del año 78 una chapuza y a los que formaron parte de aquella generación política hay que eliminarlos de la faz de la Tierra. Eso sí, propuestas económicas, sociales o políticas, poquitas porque ni tiene ni va a tener. Claro que sería milagroso que, sin un programa político, pudiera hacer propuestas. Ni una idea en la cabeza, pero siempre que puede nombra estrella del festival a Amancio Ortega. Siempre que han tenido opción, él y sus seguidores, han intentado destrozar la imagen del señor Ortega colocándole en el centro de las difamaciones, de los insultos y de los ataques sin sentido.

Hablar echando pestes de otros, acusar a los que se dibujan como demonios, señalar a los ricos y prometer lo imposible, va muy bien para que los fans, los simpatizantes y los que buscan gresca sea como sea, cojan fuerza y arremetan en redes sociales, en los medios de comunicación creados para estos asuntos o en cualquier foro, contra los enemigos diabólicos. Y contra Amancio Ortega que es el más diabólico de todos. Si dona unos millones de euros a Cáritas, malo. Si dona a la Seguridad Social máquinas con las que detectar el cáncer, malo. Si paga impuestos, siempre son pocos (de 2007 a 2018 fueron casi 7.500 millones de euros). Nada de lo que hace les parece bien. Ni a Pablo, ni a Irene, ni a Echenique (este pobre está muy callado desde el batacazo del domingo pasado) ni a nadie cercano a ellos.

Las empresas que trabajan para él en algunos países (poco desarrollados, con legislaciones que permiten algunas cosas que en Europa dejaron de existir hace decenas de años, machistas, clasistas y atormentados por clases políticas corruptas) es posible que contraten personas con sueldos miserables y en condiciones nefastas. Es posible que los niños que trabajan en esos países lo hagan en alguna empresa que fabrica productos de Amancio Ortega. Pero, también, para productos de ropa deportiva, y para productos de todo tipo que consumimos en España sin plantearnos cuestiones morales. Esto de la moral lo deja Pablo Iglesias para Amancio Ortega. Desde Europa debemos ayudar a erradicar estas cosas, eso es cierto, y no hacemos gran cosa. Ni Amancio Ortega ni ninguno de nosotros.

El caso es que tanto ataque a lo loco contra el señor Ortega y tan poca propuesta política tiene contra las cuerdas a Pablo Iglesias. Me dicen que va a pagar el pato la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, por el fiasco en las elecciones autonómicas. Como es de allí y él es el líder y el Pisuerga pasa por Valladolid... Pero lo que no intuye Iglesias es que tiene un enorme problema. Su arrogancia no se lo permite.

Pablo Iglesias no sabe que echar una mirada tranquila a la realidad explica muchas cosas. Comprobaría, si lo hiciera, que Amancio Ortega lleva siendo un empresario de primera categoría decenas de años, que todavía está por ver que critique a nadie (ni siquiera a Iglesias), que morirá siendo empresario. Iglesias comprobaría con estupor que él no va por el mismo camino. Ni es un político de primera categoría, ni se mantendrá en el poder por mucho tiempo (ya se encargará Sánchez de que así sea), ni llegará lejos en su carrera porque estar vacío y tener como único objetivo lo personal, no ayuda.

Tanto fanatismo y tanto odio en el discurso solo hace que un puñado de personas se vuelvan tarumbas y dediquen sus esfuerzos a defender el ataque. Poco más.

Y así, de esta forma tan sencilla, desaparece una fuerza política de Galicia. Y así un empresario que paga sus impuestos, que dona cantidades importantes a entidades que necesitan ayuda (tanto pública como privada), que genera miles de puestos de trabajo y genera riqueza para España, sigue triunfando.

Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo.