La vida del revés

Pablo Iglesias o Ana Rosa Quintana ¿Quién es el fascista?

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26 abr 2021 / 16:56 h - Actualizado: 26 abr 2021 / 17:33 h.
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El pasado sábado no dudé ni un instante en condenar la violencia o cualquier amenaza a las personas. En democracia nadie puede ser agredido o puede ser coaccionado por otros a causa de sus ideas. No hay discusión. Pero eso sirve para todos. No creo que sea admisible enviar sobres llenos de amenazas y de plomo asesino, ni enviar navajas con manchas rojas en la hoja, ni señalar a los periodistas que piensan de forma diferente a ti. Y esto último es lo que está haciendo con insistencia Pablo Iglesias con Ana Rosa Quintana y con los periodistas que se muestran críticos con la forma de hacer política del que fue vicepresidente del Gobierno de España. Del mismo modo que es condenable el envío de amenazas, es lamentable señalar a alguien para decir que es el altavoz de la ultraderecha española.

Señor Iglesias, nos pone muy difícil trabajar. No damos más de sí con sus patochadas y sus formas. Señor Iglesias en campaña no vale cualquier cosa. Aunque usted diga las cosas con tono clerical y cara de no haber roto un plato en la vida, eso que pronuncia es, algunas veces, un peso tremendo, un ataque frontal a eso que tanto dice usted defender y que conocemos como libertad. Los verdaderos demócratas corren a defender su libertad (la de usted, señor Iglesias) y alzan la voz para evitar que nadie sea capaz de cruzar un línea roja que nunca antes estuvo tan en peligro. Y los verdaderos demócratas se quedan estupefactos al comprobar que lo que hace a continuación es decir todo eso que han condenado otros en su nombre y usted desbarata sin piedad.

El problema es que muchísima gente ve una agresión intolerable en el envío de las cartas y las balas (lo es) y no alcanza a entender que usted señala de forma grosera y peligrosa a otros por pensar diferente y por estar enfrente de su ideología. La clase política; de la que usted forma parte le guste poco, mucho o regular; ha colocado a la ciudadanía en posiciones de enfrentamiento tosco y sin argumentación que soporte la situación.

No obstante, señor Iglesias, si mañana recibe usted una carta con amenazas, volveremos a defender la libertad diciendo que no se puede hacer algo así. Aunque el destinatario sea usted, la persona que señala a otros por sus ideas, el que hace cosas de fascista. Sí, cosas de fascista, señor Iglesias, cosas intolerables y peligrosas.

Una última cosa. Se aprende usted frases redondas que suelta cada vez que puede y le queda un poco chusco porque convierte la idea en un insulto a la inteligencia de las personas. Eso de no tolerar en democracia la intolerancia, ya sabe; lo que dijo el filósofo Karl Popper a mediados del siglo pasado. Sea usted un poco original y piense por sí mismo si quiere dejar huella porque repitiendo así las cosas de otros solo hará el ridículo.