Unos porque les gusta epatar y hacer frases ocurrentes y otros porque carecen de la información y criterio necesario, ambos grupos de personas acaban diciendo la misma necedad: vivimos mejor sin gobierno. Pero los que están en la realidad saben que esto no es así.
Este tiempo con gobierno en funciones (concepto sarcástico) ha sido un desastre para el conjunto del país y para muchas iniciativas estratégicas que siguen a la espera de tener interlocutor válido a quien plantearlas. Y si no fuera porque las comunidades autónomas tienen gobiernos en activo gestionando sus competencias, España estaría paralizada. Las autonomías están evitando que el país esté a la deriva.
El reparto territorial del poder, la descentralización de competencias sobre las grandes cuestiones que afectan a los ciudadanos en materias como la educación, la salud y los grandes servicios públicos y la gestión administrativa de las administraciones autonómicas y municipales permiten que el país siga funcionando.
Pero urge tener un gobierno y en estos meses de interinidad se ha evidenciado lo que son quienes aspiran a formarlo, lo que pretenden y si puede confiarse en ellos para encargarle nuestros destinos como país.
Basta pensar en las grandes cuestiones de Estado para tener elementos de análisis que nos evidencien el desastre que supondría permitir a algunos que gobiernen sobre la diplomacia, la seguridad, la justicia y su administración o sobre las líneas básicas de la economía, etc. Ya sea por cómo lo han hecho o por la falta de criterio con el que se ofrecen para detentar el poder los que nunca han gobernado, los ciudadanos deberían estar vacunados frente a la palabrería electoral.