Pasa la vida

Pandémico aerosol en la política española

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
13 mar 2021 / 10:04 h - Actualizado: 13 mar 2021 / 10:05 h.
"Pasa la vida"
  • Pandémico aerosol en la política española

Paren ya. Al menos respeten a los muertos. Dejen de prostituir la democracia. Hay cinco veces más empobrecidos que vacunados. Es tiempo de solemnes minutos de silencio. La población tiene en mente que hace un año comenzó el trágico ciclo de la pandemia. Confinen su impulsiva huida de los mayúsculos problemas económicos y sociales. Recuerden que son servidores públicos. Han olvidado que el país está oficialmente en estado de alarma. Y en lugar de centrarse en los asuntos esenciales socavan la política hacia un estado de descomposición. Las conspiraciones sí que merecen un cierre perimetral. Quienes están más alarmados son los educadores y los filósofos. En este ambiente de pandémico aerosol que desde las burbujas del poder exhala mala baba y contagia el virus del cinismo por doquier, les van a tomar por memos cuando propaguen la ejemplaridad, la decencia, el sentido de la responsabilidad, la ayuda al prójimo.

Frenen ya. Porque los demás somos el pasaje de su temeraria conducción en cada curva de esta tremenda crisis covid. El censo de víctimas a bordo de su alocada carrera hacia el caos. No es momento de jugar a 'Aterriza como puedas' y experimentar el vértigo de hasta qué nivel de desgobierno es soportable por los compatriotas. Confinen el morbo de acelerar el ritmo de sus maniobras a mayor velocidad de la que va la inmunización de la población y el rescate de las familias y empresas colapsadas. Esta es la realidad que lo condiciona todo: en dos meses y medio solo se ha completado la vacunación de un millón y medio de españoles, es el 3,2% de la población. Cuando en pocas semanas, sean santas o laicas, las temperaturas alcancen tintes primaverales, y las ganas de 'normalidad' busquen complicidad con las coartadas de la inercia, veremos si hay liderazgo para evitar como sea la cuarta ola del coronavirus o impera la debilidad moral de dejar que el azar acompase los comportamientos y costumbres que causen un verano de funerales y ruina.

Aplíquense ya sus propios discursos invocando unidad y altura de miras. La gestión de la pandemia tiene que seguir siendo la cuestión prioritaria en la praxis política. Pronto emergerá de modo acuciante otra dimensión, pues al fallar las previsiones sobre el volumen de vacunas que iban a suministrar las farmacéuticas occidentales, en los principales países europeos sonará la olla exprés de la presión para capitular y aceptar las vacunas de Rusia o las de China con tal de reducir tanto la mortandad de personas como la desaparición de empresas y empleos.

Reaccionen ya los muchos hombres y mujeres que ejercen con rectitud y sacrificio la actividad política. Porque se están dejando orillar por el gremio de los (y las) arribistas, que avanza cada vez más rápido fagocitando cualquier sigla, desnaturalizando la representación de amplias capas de la ciudadanía y vaciando de contenido la función de las instituciones. Urge retomar la exigencia de la reforma de la ley electoral para que los votantes elijan marcando en listas abiertas a los que consideran mejores de cuantos son presentados como candidatos por quienen la sartén y el mango en las cúpulas de los partidos. Esa opción es actualmente un filtro higiénico tan necesario como el de las mascarillas y tan desinfectante como el de los geles para manos. Pero estamos instalados en la tendencia contraria: admitir y jalear que sea cabeza de lista una persona encausada por corrupción. Y pactar que presida un parlamento y hable en nombre del pueblo soberano. Es lo sucedido en Cataluña, donde Laura Borrás, del partido de Puigdemont, ha sido elegida presidenta del Parlamento autonómico. Estar investigada por el Tribunal Supremo le da puntos a favor para alcanzar la poltrona.

Pospongan ya la prisa que tienen en crear las condiciones para romper pactos, gobiernos y partidos, adelantar elecciones, recomponer hegemonías dentro y fuera de sus organizaciones, cargarse a sus actuales aliados. El sainete de Murcia es solo un teatro de operaciones para intentar dar pie y pretexto a una nueva correlación de fuerzas en el escenario nacional para el periodo poscovid. Pero se han olvidado de tres pequeños detalles: Aún estamos en marzo de 2021. No hay suficientes vacunas. Y la pobreza está asediando el doble de hogares que hace un año.