Para derbis, los de antes, sin lugar a dudas

En los Trofeos Ciudad de Sevilla gente iba al campo como a los toros en el sol de Pamplona en los Sanfermines, cargada de botas de vino y todo tipo de viandas que sevillistas y béticos compartían, mezclados y en buena armonía, en los graderíos.

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21 dic 2015 / 19:12 h - Actualizado: 21 dic 2015 / 19:12 h.
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  • Jugadores béticos y sevillistas, el sábado en el Benito Villamarín instantes antes del partido. Manuel Gómez
    Jugadores béticos y sevillistas, el sábado en el Benito Villamarín instantes antes del partido. Manuel Gómez

El empate en el derbi del pasado sábado no permitió romper la racha que ya va para diez años sin ganar al Sevilla en el Benito Villamarín, pero dejó mejor poso en los béticos que en los sevillistas, como se pudo comprobar en prácticamente todas las tertulias post-partido, aunque fueran vía ‘tuiter’ o ‘feisbuk’.

El Sevilla era el favorito en la apuestas, actualmente posee un plantel formado con muchos millones de inversión y gozó de las mejores ocasiones, sin ser netamente superior a un Betis que plantó cara y supo competir en un partido que desde los tiempos de Caparrós, Pablo Alfaro o Javi Navarro, por no remontarnos a la época de Manolo Cardo, casi siempre encaraba mejor su eterno rival, salvo cuando el banquillo bético contó con la presencia de Lorenzo Serra Ferrer.

Fue el derbi 121º de la historia (entre Liga, Copa de España y Liga Europa) y para quien les escribe el 61º ya desde que en el verano de 1981 entré a formar parte de la redacción deportiva de El Correo de Andalucía, debutando precisamente en el X Trofeo Ciudad de Sevilla que ganó el West Bromwich Albion –el luego equipo de Pepe Mel– tras deshacerse del Betis del jaquecoso Luis Aragonés en la semifinal y del Sevilla de Miguel Muñoz en la final.

Ese Trofeo de 1981 fue el último que se disputó con el exitoso formato original de Sevilla, Betis y otros dos equipos a los que se medían en semifinales, alternando campo de una edición a otra y con doble ración de fútbol en cada una de las dos jornadas. La gente iba al campo como a los toros en el sol de Pamplona en los Sanfermines, cargada de botas de vino y todo tipo de viandas (aún recuerdo unas cazuelas de pulpo a la gallega que quitaban el sentío) que sevillistas y béticos compartían, mezclados y en buena armonía, en los graderíos. Entonces no existían las jaulas para las aficiones rivales, ni hacía falta movilizar a los ‘geos’ para cada partido. Y sobre la yerba los Biosca, Hita, Iglesias, Pablo Blanco, Sanjosé, Bizcocho, Gallego, Ortega y compañía... se daban la del tigre, pues entonces el ‘chivato’ televisivo estaba en ciernes y lo que pasaba en el campo no salía de allí. Luego era habitual ver a los futbolistas de ambos equipos cenando o tomando copas y comentando juntos las incidencias de cada partido. Aquel añorado Trofeo murió de éxito, los tiempos han ido cambiando y hoy en día ir al fútbol es como ir a la guerra –aunque esta vez no hubo incidente alguno, por el enorme despliegue policial–, y luego apenas queda insultar al rival por las redes sociales. Qué pena. Yo me quedo con esos derbis antiguos.