La vida del revés

Pedro Sánchez será presidente y Vox un estorbo

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06 jul 2019 / 13:00 h - Actualizado: 06 jul 2019 / 00:39 h.
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Hasta que llegue el día de la posible investidura de Pedro Sánchez van a pasar cosas más que interesantes.

Ya dije en su momento que eso del Gobierno de cooperación era una chorrada y que «Iglesias ya sabe lo que tiene que hacer: tragar y estar calladito». Una chorrada desesperada porque a Iglesias no le quedan opciones, nunca las tuvo. Una era proponer un imposible y está agotada. La otra es votar «sí» el día de la investidura de Sánchez. Una repetición de elecciones sería desastrosa para Podemos. Sería la segunda vez que dejaran a la izquierda sin gobernar y eso tendría un coste altísimo en las urnas. El margen de maniobra de Iglesias era muy pequeño y, a pesar de las declaraciones grandilocuentes y políticamente estúpidas, salvo que exista una voluntad de claro suicidio en las urnas, Iglesias dirá que sí a Sánchez a cambio de nada o de algo casi insultante.

Casado debe estar mucho más contento de lo que pudiera parecer. Gobernar se está poniendo casi imposible para el PP. Vox se ha plantado y dice que si los señores de Ciudadanos siguen haciendo teatro tratando se representar una lejanía que no existe entre ambas formaciones (que en C’s sigan negando un claro acuerdo con Vox y el PP resulta un insulto a la inteligencia) se acabaron los apoyos para que se beneficien de sus votos y obtengan cuotas de poder. Y esto que puede parecer un drama para el PP (lo es) tiene una lectura positiva.

Casado ve cómo los negociadores de Rivera van de fracaso en fracaso. Villegas es un desastre, Girauta mete la pata en cuanto abre la boca, Arrimadas ya no sabe qué decir para que el bochorno sea algo más llevadero. Y Rivera desaparecido. Casado hace un movimiento lleno de inteligencia política y se descuelga diciendo a Sánchez que en la investidura dirá que no, pero que está dispuesto a firmar acuerdos de Estado que incluyan los presupuestos (con algunas condiciones) para dar estabilidad al Gobierno. Con esto, su puesto de jefe de la oposición se robustece; puede gritar que el sentido de Estado con el que está manejando la situación es propia de un partido serio, con vocación de gobernar el país; evita unas elecciones que podrían colocar a Rivera por delante en número de escaños; y la cosa le queda más bonita que un San Luis. De paso, la investidura la deja en manos de independentistas vascos y catalanes y de Podemos. Esto es algo que, a pesar de esos pactos de Estado anunciados, se lo podrá recordar a Pedro Sánchez durante cuatro años. Desgaste puro y duro.

Rivera vuelve a estar en tierra de nadie. Un cordón sanitario a Pedro Sánchez y otro a Vox era mucha tela que cortar. Y si los políticos que tienen que negociar son desastrosos todo es imposible. Tal vez sean los que estén colocando velas en cada esquina para pedir que se repitan las elecciones.

Por su parte, en Vox quieren parecer coherentes con sus ideas y con la responsabilidad de representar a cientos de miles de votantes. Sin embargo, parece que son el gran estorbo para que la derecha gobierne en algunos lugares.

Pedro Sánchez sabe que sacará adelante la investidura. Y se le ha aparecido un ángel en forma de posibles apoyos en el PP.

Este mes de julio promete ser muy interesante. De momento, viendo lo que aportan los partidos más nuevos, los ciudadanos españoles estarán pensando en lo bien que se vivía con eso que conocemos como bipartidismo. Igual estamos empezando el camino de regreso y no lo sabemos. Veremos.