Pedro Sánchez y nuevas elecciones

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21 may 2020 / 08:24 h - Actualizado: 21 may 2020 / 08:25 h.
  • Pedro Sánchez y nuevas elecciones

Lo de Pedro Sánchez no tiene más explicación que algún rito inconfesable a una virgen negra o a algún santero cubano.

Parece que en el PSOE solo lo vió venir Zapatero, que por eso lo excluyó de un lugar privilegiado en las Listas para el Congreso por Madrid, al que solo devendría en 2.009, por sustitución de Pedro Solbes.

Lo demás, es demérito de Susana Díaz, resentida y rencorosa como única lección heredada de Griñan, y que privilegió todo su odio hacia Madina, tanto como el que había amasado con Bibiana Aido.

Susana olvidó las lecciones de Pepe Caballos, esto es, que cualquier amenaza para el Partido, debe ser extirpada mediante el correspondiente by pass de la Comisión de Conflictos. Una intervención de la que no se conoce superviviente.

Después, la moción de censura y el pacto de silencio con Rajoy con la contraprestación de no dimitir, todo lo más una multa por saltarse el confinamiento que jamás se tramitará. Que de las cuentas suizas y sus titulares o de los curas locos que allanan moradas de Barcenas, a la caza de pen drives comprometedores, de eso nada...

Ayer, Pedro Sánchez inició su discurso en el Congreso de forma dubitativa, traicionándole el subconsciente en cuanto mencionó en su primera intervención el vocablo “elecciones”.

Y así será, y antes de final de año, pero no por los muertos contados e incontables de su incompetencia política, sino porque se espera una revolución, tan hipérbole como la fila que rodea los comedores sociales en pos de una bolsa con pan duro y agua para mojar.

España está en default y esto no se sostiene.

Mientras Arrimadas se limita a hacer lo que le dicen, no sea que repita el camino del marido de Malú, el PP de Casado sólo tiene que sentarse y esperar, como el viejo proverbio árabe.

Con la incógnita de qué sucederá, Pedro empezará muy pronto a descubrir la incongruencia entre la realidad y sus pretensiones y lo peligroso que resulta pedir al universo y que éste te conceda.

Porque en España no se vota en positivo; sino contra alguien. Y me temo que el azote proletario de la tierra, en el que Sánchez nunca creyó, será el que le transporte a la historia y, tal vez, si es hábil, podrá sonreir alegre por haber hallado al fin su reposo.

Y nosotros también.