La vida del revés

Pedro Sánchez ya no deja fuera a Pablo Iglesias ¿Es esto el amor?

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24 nov 2020 / 15:05 h - Actualizado: 24 nov 2020 / 17:50 h.
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  • Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. / EFE
    Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. / EFE

Decía Jean Jacques Rousseau que ‘las cartas de amor se escriben sin saber lo que se va a contar, y se terminan sin saber lo que se ha dicho’. Mucho amor, mucho; y poco pensar. De eso va el enamoramiento. Y si algo es cierto es que el enamoramiento diluye las ideas y que la mente humana si se mezcla con el amor se convierte en un secarral.

Pues bien, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias forman una pareja de enamorados (políticos) muy mal encarada (entre ellos mismos) y no atinan a decirse lo que deben. Ni siquiera alcanzan a decir un ‘te quiero’ esmirriado.

En el mundo actual, ya casi nadie escribe cartas y menos de amor. Ahora se escriben tuits y se dicen cosas en televisión. Y esta claro que estos dos comenzaron sin saber muy bien qué tenían que decir en las redes o en la televisión; y que siguen sin saber nada de nada. Terminarán su relación sin saber qué ha pasado, preguntando por la matricula del camión amoroso que les pase por encima llegado el momento. Que llegará y mucho antes de lo previsto.

Se enfadan mucho nuestros particulares Romeo y Julieta. Los desencuentros son numerosos. Ahora, Romeo había dejado fuera a Julieta del órgano de control del fondo europeo (un pastón que llegará desde Bruselas para sacarnos del fango económico). Y eso no se hace con la pareja, Pedro, eso no se hace. Pedro asumía todo el poder y repartiría la tela; él y los suyos (solo la ministra de Trabajo estaría presente en el fiestón). Pablo pataleó y pidió a su amor (político) que le dejara intervenir inmediatamente. Y amenazó con irse con cajas destempladas. Pedro ha cedido y serán todos los ministros los que participen del momentazo (incluido el de Universidades si es que existe y no es una figuración colectiva).

Que tenga cuidado Pablo porque igual le ha dejado de querer su Romeo (político). Que tenga cuidado porque, tal vez, esté de él hasta las narices. Es posible que nunca se hayan querido y que esto sea el producto de un romance de palo. El caso es que Pablo está hasta el moño, el otro está tan pichi y ninguno de los dos supo nunca qué tenía que decir, ni saben lo que han dicho. Es posible que no quieran pensar en ello por pura vergüenza. Porque es incomprensible tanto cambio.

En poco tiempo sabremos la verdad. Ay, las cosas del amor.