La vida del revés

Plácido Domingo, Salvados y la inevitable caída del ídolo

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16 ene 2023 / 15:47 h - Actualizado: 16 ene 2023 / 16:01 h.
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El programa de televisión Salvados ha sido definitivo. Hay que creer a todas las mujeres que han denunciado el acoso por parte de Plácido Domingo, que tuvieron que soportar besos robados en la oscuridad del escenario, que aguantaron llamadas inapropiadas al teléfono, que se vieron desplazadas de los mejores escenarios del mundo por no comulgar con ruedas de molino... Hay que creerlas. Son muchas y eso del oportunismo o del ‘no se ha juzgado y entonces no hay nada’ ha dejado de servir.

Dicho esto, conviene sacar conclusiones de lo que ha sucedido. Las mujeres tienen la obligación de denunciar; ellas y todo el que sepa que se están produciendo situaciones tan perversas e indeseables. Y hay que denunciar de inmediato porque si la denuncia llega veinte años después lo hará acompañada de la duda. Yo mismo he estado en ese territorio en el que no te fías de algo tan lejano que no contesta a esas preguntas que aparecen sin remedio. Conviene entender que poner en duda la veracidad de los testimonios de las mujeres es hacer el caldo gordo a todo aquel que quiere colocarse en un plano en el que pueda sacar tajada. Sí, por ejemplo, Vox lo hace. Y el PP coquetea con la idea. Conviene escapar de esa idea en la que prevalece el ‘a mí no me ha hecho nada’ porque volvemos a dar fuelle al machismo más recalcitrante ya que a las mujeres afectadas sí le ha hecho algo y debemos evitarlo entre todos. Conviene entender que las mujeres han jugado en desventaja desde hace siglos.

Para mí, que siempre he defendido a Plácido Domingo, ha sido muy difícil entender que estaba equivocado. Siempre se supo que era un ligón y un pesado, pero no intuí que eso era falso y que la cosa era mucho más severa. Ha pasado de ser ‘un coñazo con las tías’ a un posible acosador que no merece un solo aplauso del que escribe esto con enorme dolor por la decepción y una terrible vergüenza por la ceguera.

Aconsejo al señor Domingo que asuma que ya no vive en ese mundo en el que su poder era absoluto, en ese universo en el que sus fans (yo mismo) éramos incondicionales e incapaces de pensar que nuestro ídolo era un miserable. Esa época terminó porque la mujer está tomando posiciones y es capaz de levantar la mano para pedir turno y contar lo injusto, lo mezquino, todo aquello que no debería existir puesto que las denigra. Y los hombres escuchamos. Por fin. El mundo ha cambiado y Plácido Domingo solo tiene un hueco reservado al ídolo caído. Aunque algunos sigan aplaudiendo durante minutos al verle sobre un escenario.