El jaleo que formó Serrat cuando quiso cantar La, la, la en catalán en 1968 y presentarse en Europa más Israel (hay que cargar con ella por narices, uy, ya soy antisemita, perdón) usando el idioma de Pep Guardiola es una pelea de niños por tocar un pito comparado con el follón que estoy observando estos días desde que una tal Chanel se ganó el derecho a representarnos este año en Eurovisión. O no se lo ganó, según unos y otros, y de ahí la escandalera y otra vez las redes sociales ardiendo que deben estar ya más chamuscadas que Juana de Arco.
La cosa se desarrolló en el Festival de Benidorm que ahora se llama Benidorm Fest, queda más chulo así, igual que Chanel resulta más perfumado. Bueno, tampoco Massiel y Karina o Chikilicuatre es que sean un portento de castellano ni La, la, la, una maravilla de retruécano o imperativo categórico universal kantiano, hubiera sido mejor Bla, bla, bla. Sabemos no obsssstante que Serrat quería cantar en catalán y Tanxugueiras en gallego pero, ¿en qué idioma canta Chanel? Y si lo desciframos, ¿qué significa? Parece la piedra Roseta. Queda muy guay la letra, se asemeja a un poema surrealista o a esas palabras que se inventaba García Lorca cuando le parecía; incluso podemos recurrir a Juan de Mairena cuando pronunciaba aquello de “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”, por no hablar de Antonio Ozores y sus trabalenguas en sus películas consideradas casposas por la vanguardia del conocimiento progre.
Canta Chanel lo siguiente: “Let's go! Llegó la mami,/ La reina, la dura, una bugatti,/ El mundo está loco con este party,/ Si tengo un problema, no es monetary,/ Yo vuelvo loquito a todos los daddies,/ Yo siempre primera, nunca secondary,/ Apenas hago doom, doom,/ Con mi boom, boom,/ Y le tengo dando zoom, zoom, / Por Miami”. Más o menos se entiende, ¿no? Aunque yo he llegado a sospechar si se trata de un código secreto que señala el día y hora en que Ucrania va a ser invadida por Rusia o España por una coalición armada galaico-vasca-catalana en protesta por haber dejado fuera a las representantes nacionalistas Tanxugueiras y Rigoberta Bandini por quienes habían apostado en las redes y otros negocios los independentistas de sangre pura, no castellana contaminada de españolismo. Y también las feministas. Llegará un día en que la península ibérica enviará a Eurovisión a 18 representantes, 17 de las comunidades autónomos de la parte este y uno más por Portugal, por lo menos. Todos y todas cantando en sus idiomas más el bable y otros que salgan por ahí.
Por lo visto hay un asamblearismo imperfecto para elegir al o a la representante, una especie de democracia censitaria donde el jurado de expertos que aporta RTVE tiene el 50 por ciento del poderío votero y el resto, como la lotería, está muy repartido. El Confidencial informa: “La otra mitad se divide entre un panel de 350 expertos dispersos por toda España y el televoto. El desequilibrio entre el peso de los votos da lugar a una circunstancia que apuntan desde El Salto: el jurado puede dar una nota suficientemente baja a un candidato para asegurarse de que no ganará ni granjeándose todo el voto popular”. Añádase a ello lo que apunta también El Confidencial: en el jurado de RTVE que cuenta con el 50 por ciento hay algunos nombres vinculados a la productora Gestmusic y “las relaciones entre Gestmusic, Eurovisión y TVE son estrechas desde que ‘OT’ empezó a monopolizar los candidatos españoles a Eurovisión. En 2022, no hay triunfitos impuestos, pero sí redes de amistad e influencia”. El PP quiere que se aclare esto, el futuro de España depende de ello, con este acto tan gallardo puede lograr algún votito joven que añadir a su faltriquera.
Si hay contubernio en el jurado el pescado estaba vendido a favor de Chanel, algo que incluso se filtró, y ese es el jaleo principal que se ha formado. Chanel apareció rodeada de unos chicos que enseñaban pecho lampiño y vientre de cartón de huevos, acompañados por unas chicas de buen ver -mucha igualdad pero no veo chicas desfavorecidas nunca- mientras que Chanel -guapísima- lucía vestimenta de carne con tejido negro y plateado, mezcla de traje de luces y uniforme militar de gala, ambos recortados. Incluso se quitó la chaqueta como Raphael con la diferencia de que se la quitó un bailarín adjunto, es la identidad del siglo XXI con relación al XX. La muchacha además se soltó el pelo ella sola y demostró pilates y demás estiramientos. Imposible que se herniara. Por cierto, la canción es una porquería pero ya se sabe que eso es lo de menos, se trata de un festival de ruido, movimientos, luces no aptas para epilépticos y humo. En realidad, todo este asunto es humo, puro humo. Pero marchoso.