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¿Por qué hay tanto tonto suelto?

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12 ene 2021 / 06:00 h - Actualizado: 11 ene 2021 / 15:04 h.
"Opinión"
  • ¿Por qué hay tanto tonto suelto?

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Si son de los que creen que estudiar, formarse, leer, escribir, asistir a clases, tener un profesor que te oriente, sirve para no ser un tonto (por favor, créanlo, en caso contrario estamos perdidos) deberían preguntarse: ¿De dónde saca la información la gente para sobrevivir una vez que ha dejado los estudios? Si millones de ciudadanos dejaron los estudios a los 16 años en la Secundaria o a los 18 en el bachillerato o incluso a los 22 en la universidad y nunca más han estado en contacto con programas formativos, ¿cómo han mantenido su cerebro en formación y con información? Casi cualquier tipo de este país de 40 o 45 años lleva 20 o más años sin leer un libro, sin tener un profesor y sin asistir a una clase. Si está leyendo esta columna: usted no es uno de ellos, pero ¿es capaz de imaginarse cuánta gente no lee nunca un libro? Según el Instituto Nacional de Estadística más de 16 millones de personas no leen nunca un libro; 43 millones no leen el periódico; 30 millones de personas no ven los informativos en televisión; 22 millones no oyen la radio. ¡¿Cómo se informan?, ¿de dónde aprenden?, ¿qué instrumentos intelectuales usan?!

El Estado se emplea a fondo en la Educación obligatoria hasta los 16 años pero luego dice: «Después de esa edad ¡que los eduque la tele o el compadre o la pandilla o la familia!». Y ahí tienes al tipo con 56 años que lleva 40 sin aprender nada y le quedan casi 30 años de vida opinando de todo y votando (y asaltando el Capitolio o contagiándose y contagiando a todo el mundo). Mucha gente te dice: «Tomé esta decisión porque lo escuché en una canción» o «Hice como en la película tal». ¡Apañados estamos!

Ahora a los tontos (que no tienen culpa de serlo) también los educan los grupos de WhatsApp, los memes y lo culitos de TikTok (no digo Internet porque hasta para bucear por cosas interesantes hace falta saber qué y dónde buscar).

Los que leen esta columna recuerden que el mundo no es lo que ustedes ven cada día, hay mucho mundo en nuestro país lejos de lo que a nosotros nos parece «normal». (Recuerden los más mayores la fila de nuestro primer carné de identidad o la de la talla de la mili: ¡ahí estaba el mundo en su auténtica azarosa mezcla de todos con todos!).

Ya sé, ya sé: entre los que siguen estudiando también hay mucho tonto, pero por lo menos siguen en el proceso de poblar su cerebro. Y entre los ilustrados también hay mucho vanidoso gilipollas (quizás yo), pero puede que tomemos unas cuantas decisiones acertadas, aunque nos equivoquemos también.

Lo malo, lo triste, lo patético de ser tonto es que los tontos numerosas veces toman decisiones contra sus propios intereses. Los ves directo al desastre y te dan pena. Habría que decirles a muchos de ellos que si todas las decisiones que habían tomado hasta ese momento en su vida le habían llevado a semejante desastre ¡que dejaran de confiar en sus decisiones y que tomaran las contrarias a las suyas naturales. ...O las de otro!

Pero los tontos no son culpables. Si no sabes no puedes saber que no sabes. El ignorante suele creer que sabe todo lo que hay que saber, no sabe que le falte algo. Eso es lo bueno que tienen los libros: que te dicen cosas que no sabías y que te das cuentas de que no las sabías en el preciso momento en que lees la cosa que no sabías. Pero ¿cómo convencer a los tontos de que no saben, si son tontos?

El Estado, que debería querer que sus ciudadanos votasen con inteligencia, tendría que articular un sistema de formación continua. Pero, claro, se produce la paradoja de que cuando se ofrece la formación continua se apuntan los que ya saben; como a las Escuelas de Padres se apuntan los buenos padres; y a los campamentos ecológicos los ecologistas. ¿Cómo llegar a los otros?

Igualmente se produce el absurdo de que en los periódicos y en los libros escribimos ideas para gente ¡que ya las tiene! ¡porque lee!, pero los que nos interesan, los ignorantes, los que tendrían que pensar un rato, no están a nuestro alcance. Para ellos es mejor hacerles una película o una serie de televisión (menudo sistema de enseñanza). Pero ¿y para el resto a los que ni siquiera eso les llega?

Y es que ¡es la base de la Democracia!: sin un pueblo informado, y medianamente formado ¿qué podemos esperar?