Jesús Álvarez desde Abc se detiene en un problema que sigue siendo tabú y que debe dejar de serlo porque huir de un problema es eternizarlo. “Cada día llegan a las Urgencias de Salud Mental delHospital Virgen del Rocío de Sevillaentre cuatro y seis personas que no tienen ganas de seguir viviendo. Y una de cada veinte de ellas acaban poniendo fin a su vida”. Son de todas las edades, pero se prodigan cada vez más los jóvenes. El suicidio “es la segunda causa de muerte, tras los accidentes de tráfico, entre los jóvenes. El INE constata, no obstante, dos «picos» por edades:de 40 a 54 años y de 65 a 79, aunque se producen suicidios desde los 15 a los 90 años”.
Los expertos consultados afirman que tienen muchos pacientes con cuadros de dependencia de móviles, adicción a videojuegos y apuestas «on line». «Antes se daba en jugadores de casinos o tragaperras y especialmente en personas mayores, pero ahora se da en chavales jóvenes en esta modalidad de apuestasque se pueden hacer a través del móvil».
Indican algunos especialistas que es difícil explicarse un suicidio por un juego pero que mejor es que los futbolistas dejen ya de proyectar publicidad de casas de apuestas desde sus camisetas. Puede que sea difícil pero no tanto. ¿Han estudiado a fondo la sociedad en que vivimos? Supongo que sí, mejor que yo, ellos están en el tajo. Si es así, sabrán que la falta de resistencia -no voy a decir resiliencia que me parece una cursilada- ante la contrariedad y la frustración es ahora inquietante entre los jóvenes, a mí cada año me llora más gente del último año de carrera en revisiones de exámenes cuando han suspendido. Es una escena entre patética y deprimente que viene de familia y de la sociedad. Y si ahora vamos a permitir que la gente tenga títulos con suspensos y eso se suma a dar becas sin merecerlas los suicidios aumentarán porque estamos educando a niños y jóvenes en una burbuja que explota al contacto con la vida.
Sin embargo, todo es más profundo. El ser humano tiene dos necesidades básicas: la material y la espiritual. Las dos están casi ausentes hoy en día. La material es un trabajo, un techo, un consumo moderado. Los trabajos fijos escasean en todas partes, abundan los trabajos basura y las espadas de Damocles de la competitividad patológica, de los ERTES y de los ERES. El humano es cazador, agricultor, ganadero, no tiene nada de eso, y no se tomen estas palabras al pie de la letra, son metáforas si hablamos sólo de ciudad. De tanto estimular el consumo se ha llegado al hiperconsumo que te deja tan vacío como hacer el amor con muchas personas diferentes a lo cual se le llama follar porque hacer el amor es cosa muy distinta.
Y así llegamos a lo espiritual. Los saberes no se comparten, la mesa de la comida, si existe porque haya trabajo, no se llena de la familia a la hora de comer. Cada cual está en sus asuntos, cada cual en su medio de comunicación, cada habitación con un televisor y otras herramientas digitales, los padres en sus multitrabajos y los abuelos en los asilos, el que vive mejor ahora es la mascota y muchas tampoco porque están programadas para correr kilómetros en el campo o en la sierra y me las encierran en pisos y apartamentos. Y las humanidades en las papeleras.
Es el mundo de la muerte de Dios, el de la muerte por tanto de los grandes ideales y de las ideologías. La izquierda no es tal, ni la derecha ni el centro, todo está mezclado, nada está quieto, el orden actual es el desorden. Todo eso quita las ilusiones y las ilusiones son el existir que ya he dicho muchas veces desde esta sección que no es lo mismo que vivir. El geranio vive, el humano existe. Si no, muere, física o psíquicamente, los zombis no son extraños en la sociedad digital.
Todo irá ordenándose, quiero suponer, pero nos ha tocado una época de encaje y crisis: no acaba de morir lo viejo ni de nacer lo nuevo. Y buscamos otros dioses, cuando nos fallan, nos destruimos, pero acaso ya estábamos muertos antes de morir. Un consejo sólo: corre por ahí por las redes que ésas todos los días descubren la rueda, pero tiene muchos años. Yo lo recojo de mi maestro principal, Friedrich Nietzsche: “sólo el arte nos salvará”, es decir, la creación en todas sus vertientes. Y no sé si será una salvación únicamente para salir del paso.