¿Por qué tener hijos?

Image
02 feb 2021 / 07:09 h - Actualizado: 02 feb 2021 / 07:20 h.
"Opinión"
  • ¿Por qué tener hijos?

TAGS:

Para mí (en este sentido), la vida se me antoja como la invitación a un gran parque de atracciones. Es verdad que te llevan sin pedirte permiso, pero una vez que estás dentro tu opción es montarte en una o dos atracciones o en muchas; pasear sólo por las calles principales o recorrer todos sus callejones y vericuetos. Tener hijos es una opción que viene en el pack, es toda una gran zona con parque infantil, calles (ruidosas), islas, atracciones (peligrosas, angustiosas, divertidas, entrañables), tiendas, espectáculos. La paseas si quieres o si no, no. (También existe la posibilidad -cruenta- de salirte del parque).

Yo decidí pasear por esa amplia zona del parque de atracciones no porque especialmente me interesara esa zona sino porque yo quiero conocer todo el parque. ¡No me iba a quedar sin visitar terreno tan amplio! Igual que te digo esto te digo que en el parque también está el Mundo y creo que debemos visitarlo lo más posible, desde Nueva Zelanda a Canadá. Y está la calle de las artes y del enamorarse y del conocimiento... Hay callejones oscuros que están ahí pero donde no me meto ni loco: el alcohol, las drogas, y ese etcétera del mal... Hay que saber elegir.

Se cuentan historias espantosas de la angustia de la responsabilidad de tener un hijo. Y son verdad. Pero también es angustioso montarse en la Montaña Rusa y allá que van los jóvenes (y no tan jóvenes) a vivir las ansiedades del looping. Lo malo es que esas «historias» están prendiendo en los jóvenes que se dicen: «Yo por ahí no paso. Los hijos me atan, me impiden mi desarrollo profesional, me condicionan las vacaciones, sus actitudes egoístas son una bofetada a nuestros principios, la tarea de educar a un pequeño simio es ingrata porque no se le ve el resultado hasta, con suerte, muchos años después». Y lo que ahora se escucha mucho: se es padre para siempre; los problemas nunca acaban, sólo cambian. Vale: esto de ser padres es un reto. Un reto del juego llamado Vida. Juégalo o no. Pero jugarlo, entrar en esa parte del parque, amortiza tu entrada con creces: la intensidad de la existencia se multiplica por mil. Puedes quedarte fuera: yendo al cine los fines de semana, haciendo deporte si prisa, teniendo tu casa siempre arregladita... Vale. No es obligatorio.

Yo creo que la Naturaleza, que creó este Parque de Atracciones, te pone en el ticket de entrada un mensaje en letras gigantes: PROCREAD. Y lo podemos saber porque vemos su obra por todas partes: la Naturaleza nos muestra que todas las esporas, líquenes, plantas, insectos, animales, Todo lo vivo -por poco tiempo que lo haga-, tiene ese único objetivo: procrear. Nosotros, los humanos, tenemos una prueba evidentísima de su designio: cuánta energía puesta por la Naturaleza para inventarse el placer más explosivo: el sexo. No puede ser casualidad que de todas las cosas humanas que hacemos esa tenga semejante carga placentera. Es una trampa: el sexo es la trampa de la naturaleza para que procreemos. En el Parque de Atracciones viene escrito en el arco de la entrada de la calle principal: «PLACER», y uno entra en la adolescencia como un toro porque hay un señor con piruletas de sabor a éxtasis que te dice: «Niños, venid. Venid y entrad en el mundo prohibido del placer». Y cuando entras, caes por un larguísimo tobogán que te lleva hacia el valle de la paternidad del que nunca podrás salir... (Aunque en las últimas generaciones hemos aprendido a entrar en la calle del Placer sin caer por el tobogán. Hoy el tobogán es voluntario -aunque algunos se resbalan en su entrada).

Pero le agradezco a la Naturaleza el engaño, primero, porque no está nada mal el formato procreativo; y, luego, porque ese Valle de emociones intensas y cambiantes y eternas llamadas «hijos» me enseñan cada día quién fui y quiénes fueron mis padres y cuánto esfuerzo pusieron en mí, y porque todos ellos me gritan: «¡Continúa! No eres el dueño de esta cadena de eslabones de mil generaciones. No tienes derecho a cortar la cadena. No sólo eres hijo de tu padre: eres nieto de tu abuelo, y biznieto de tu bisabuelo y tataranieto de tu tatarabuelo... Y todos ellos lucharon por sobrevivir como especie, por sacar adelante a la familia, por mantener la cadena sucesoria, para que todo continúe orgullosamente y no se interrumpa porque tú quieres tener tiempo para ir al cine».