‘Porno’ a los ocho años

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01 jul 2019 / 07:05 h - Actualizado: 01 jul 2019 / 14:52 h.
"Opinión","La vida del revés"
  • La edad media a la que los niños acceden, por primera vez, a la pornografía es de ocho años. / Imagen de www.mendozapost.com
    La edad media a la que los niños acceden, por primera vez, a la pornografía es de ocho años. / Imagen de www.mendozapost.com

Según los últimos estudios publicados, los niños tienen su primer contacto con el ‘porno’ a los ocho años. Esa es la media.

El dato es inquietante, descorazonador y dibuja los espíritus protervos en potencia que se están construyendo. Porque el ‘porno’, en cualquiera de sus variantes, es tóxico, un negocio repugnante aunque rentable, una forma de degradación del ser humano completamente arrasadora. De lo malo no puede llegar nada bueno. La maldad llega siempre disfrazada de otra cosa.

El ‘porno’ no acerca a los jóvenes al sexo de forma sana. Con ocho años es imposible tener información y un criterio mínimamente formado para recibir el ‘porno’ en condiciones favorables, si es que eso es posible. Lo único que sucede es que el niño se confunde y puede llegar a creer que lo que ve en un vídeo o en unas fotografías es lo que sucede cada noche en la alcoba de una pareja. Y no, en las alcobas, por regla general, no se humilla a la mujer, no se le trata como una cosa, no es objeto del deseo y solo eso. Una mujer es mucho más que lo que aparece en una película ‘porno’ y el hombre sabe tratar a las mujeres como personas que son.

Por otra parte, los padres tenemos un problema enorme. Nuestros hijos acceden al ‘porno’ muy pronto y nosotros somos incapaces de impedirlo porque nos sacan años luz respecto al uso de los dispositivos móviles actuales y respecto a los contenidos de Internet. Siempre vamos por detrás. Y, por si era poco, somos un ejército los que no hablamos de sexo con nuestros hijos ni a la de tres. Nuestra historia reciente ha convertido el sexo en un asunto tabú, en pecado, en cosa de guarros. Un auténtico desastre. Como ya he dicho de algo malo no puede llegar nada bueno.