En el momento de escribir esta columna, solo se pueden manejar datos de encuestas a pie de urna y todo parece indicar que será una emocionante tarde noche en el que el incierto recuento de votos marcará el ritmo en todos los frentes.
El actual presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, Alfonso Fernando Fernández Mañueco, debe estar preguntándose por qué convocó elecciones y quién le ha engañado. El batacazo ha sido terrible. Si bien es cierto que el PP gana estas elecciones (por los pelos) todo lo que sea conseguir menos de 37 o 38 procuradores es un resultado muy malo. En esa Comunidad Autónoma, el PP ha llegado a tener 50 procuradores. Y la victoria socialista en las anteriores elecciones fue muy extraordinaria y circunstancial. Pablo Casado va a tener que dar explicaciones y más de uno le va a querer mover la silla. Esperamos la reacción de Isabel Natividad Díaz Ayuso.
El PP tendrá que contar con Vox para formar Gobierno y sumas escaños y pasar la frontera de la mayoría absoluta. Vox pasa de tener un procurador a tener más de 10 y poseerá una capacidad de negociación muy robusta. Pedirá entrar en el Gobierno de Fernández Mañueco y será con una vicepresidencia y algunas consejerías. Esto significa una cosa: Vox ha llegado para quedarse y ya no vale tachar a los votantes de este partido de locos peligrosos. Los votantes de Vox son decenas de miles y, gustará más o menos, tienen su propio criterio y su propia forma de leer la realidad. En este caso, es muy posible que todo lo que pierde C’s (partido condenado a la desaparición) lo esté recogiendo Vox puesto que el PP ha ido de más a menos en la campaña y no ha sido capaz de aglutinar ni movilizar. Estamos ante el pacto que formará un bloque de derechas consistente.
El PSOE casi empata con el PP y eso es lo mismo que perder. Alguien debería preguntar a Tezanos en qué está gastando el dinero de los españoles haciendo encuestas de ciencia ficción. Es una vergüenza.
El resto de resultados son los esperados. Soria, Ya! sí consigue un resultado extraordinario.
Por tanto, las consecuencias son impredecibles. Si España fuera un país en el que la clase política se comportase de forma equilibrada y coherente, ya estaríamos esperando comparecencias para dimitir. Por supuesto, eso no va a pasar. Pero Casado debe decir cosas. Sánchez debe decir cosas. En UP deben plantearse cosas.
Habrá que estar atentos al desarrollo del escrutinio puesto que todo puede cambiar.