Los medios y los días

Predicar progresismo sin bajar a la arena

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27 mar 2023 / 04:00 h - Actualizado: 27 mar 2023 / 04:00 h.
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  • Daniel Ortega. / EFE
    Daniel Ortega. / EFE

El diario Público es un buen ejemplo de esa izquierda nebulosa que sueña con un mundo perfecto e intenta vivir espiritual y económicamente de sembrar esa ilusión en un grupo de personas de buena voluntad, de esas que desean cambiar el mundo hasta que el mundo las coloque en su sitio. Otros -los impulsores de Público- que se declaran progresistas y de izquierda y se dedican a vivir del deseo y de predicarles a los que se ven obligados a dar trigo, para al final abrazar el mismo discurso de las derechas más conservadoras.

Al diario fundado bajo los auspicios del gobierno de Rodríguez Zapatero que se editaba entonces en papel y hoy ha pasado a digital petitorio como portavoz del PSOE y dueño del progresismo, le ha dado ahora por sumarse a la campaña de crítica contra “la deriva de Nicaragua” a la dictadura, pero puntualiza que lo hace desde la izquierda. Ah, menos mal, es desde la izquierda. El texto que ha publicado, sin embargo, podría aparecer en OKDiario, de Eduardo Inda, o en Libertad Digital, de Jiménez Losantos. Ahora bien, si es desde la izquierda se perdona todo.

Dice así: “Represión, muertes, encarcelamientos, destierro de opositores y periodistas, expropiaciones y confiscación de bienes, cierre de medios de comunicación, expulsión de ONG... Estas son algunas de las violaciones de los derechos humanos cometidas en los últimos años en Nicaragua, prácticas que no se corresponden con un gobierno de la izquierda progresista. La izquierda ya no defiende a Ortega, pero sigue siendo solidaria con el pueblo nicaragüense y abrazando la Revolución Sandinista, ultrajada por un régimen corrupto y autoritario. Tu apoyo sirve para que Público pueda sumarse a este tipo de iniciativas que apuestan por un periodismo comprometido, que denuncia las injusticias y defiende los derechos humanos y la democracia desde la izquierda”.

¿Qué es un gobierno de la izquierda progresista? ¿La pureza absoluta en un entorno tremendamente hostil contra la izquierda progresista? ¿Poner la otra mejilla, eso es un gobierno de la izquierda progresista? ¡Cómo me gustaría que todo funcionara así! Hubo dos dictadores en Nicaragua apellidados Somoza, Tacho y su hijo Anastasio, alias “Tachito”. De cada uno de ellos dijeron en EEUU: “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Un movimiento guerrillero, los sandinistas, se alzó sobre todo contra el segundo y lo desterró, ¿adónde? Premio: a USA. Luego, ese movimiento soportó una guerra contra la “contra”, un ejército de mercenarios armados por la CIA en buena medida con el dinero de la droga que se consumía entre la población negra e hispana de Estados Unidos, según demostró el periodista yanqui Gary Webb que se suicidó de un tiro en la cabeza ante las presiones que recibió desde los distintos poderes de su país, empezando por los medios de comunicación.

El sandinismo venció a esa “contra” revolución que el sandinismo llamaba terrorismo y en EEUU “luchadores por la libertad”. El sandinismo se vio reprendido por Juan Pablo II ante los ojos del mundo en la persona de su entonces ministro de cultura, el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal. El país se fue sumiendo en un caos provocado por presiones externas e internas. Perdió unas elecciones en 1990 a manos de una mujer respaldada por Occidente y en especial EEUU: Violeta Chamorro. En 2006, Daniel Ortega recupera el poder.

¿Qué hacer ahora? ¿Cumplir a rajatabla los derechos humanos en un entorno mundial que no los cumple pero que se ha vestido de luces de neón? La realidad y el deseo. Todas las revoluciones en las que ha triunfado eso que se llama progresismo -que es la derrota del mercado y su democracia- se han llevado a cabo mediante sangre, sudor y lágrimas, así funciona la Historia. Y también funciona con el deseo de pureza absoluta de quienes vivimos cómodamente en nuestro sillón facilitado por el sistema al que criticamos. El sandinismo se ha corrompido, de acuerdo. Reprime, expulsa a ciudadanos que, oh, ¿adónde se van? ¡A EEUU! Qué casualidad. Y ahora llegamos nosotros, los periodistas progresistas, a predicar sin el ejemplo, a confesar a los que están en el frente de una guerra cruel y a decirles lo que deben hacer. Sin bajar a la arena. Mira, Ortega, desde la izquierda progresista te encargo que reces diez credos y te azotes cien veces como penitencia, que yo tengo que seguir publicando columnas y leyendo Público.

“Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta” (Franklin Delano Roosevelt y Henry Kissinger sobre los Somoza). “La izquierda ya no defiende a Ortega, pero sigue siendo solidaria con el pueblo nicaragüense y abrazando la Revolución Sandinista, ultrajada por un régimen corrupto y autoritario” (el progresismo en general y diario Público en particular, qué bonito, lo mismo que dicen las derechas de Cuba y decían del Irak de Sadam Husein). He aquí la diferencia, ¿de verdad que es así como quieren vencer los progresistas? Como dijo Woody Allen en una de sus películas: “Perdón que me vaya, pero debo regresar al planeta Tierra”.