En un año, desde julio de 2021 a julio de 2022, la prensa de papel considerada más relevante en España ha reducido sus ventas en un 2%, lo que significa que se han perdido 115.000 lectores. La digitalización, entre otros factores, es la culpable. El Mundo es el medio que más lectores ha perdido, 23.000 por día. El Mundo es propiedad mayoritaria del magnate italiano Urbano Cairo, dueño además de otras empresas como equipos de fútbol. Parece que el señor Cairo está harto de perder dinero con el grupo Unedisa, al que pertenece El Mundo, y desea venderlo para lo cual busca orientación en la misma Moncloa que, por supuesto, si logra un comprador será algún empresario o empresarios simpatizantes del PSOE. Claro que entonces tendría que competir con otros medios proclives al gobierno como El diario.es, El Periódico de España o el propio El País.
Pierden también lectores Abc (19.000 al día), El Periódico de Catalunya (18.000), La Razón (8.000), La Vanguardia (6.000) o El País (1.000). Sin embargo, hay medios que ganan lectores sobre todo por el norte de España que ha sido tradicionalmente la zona más lectora de prensa de papel en España: La Voz de Galicia, el diario regional más relevante, suma 18.000; Faro de Vigo, 15.000, El Correo Español/El Puebo Vasco (conocido como El Correo, unido a Abc en el grupo Vocento), se apunta 8.000 seguidiores adicionales y La Nueva España (Oviedo), 3.000. Parece que los lectores de papel apuntan hacia una prensa más de proximidad mientras abandonan progresivamente el papel a escala estatal.
La prensa deportiva es una excepción relativa en esta nueva caída de ventas en los medios de papel. Marca ha ganado 4.000 lectores y As ha sumado 10.000. Sin embargo, ambos diarios vieron cómo hace un año abandonaban su compra 224.000 lectores en el caso de Marca y 139.000 en el caso de As, que pertenece al grupo Prisa. Marca es una filial de Unedisa, como El Mundo.
Si buscamos más causas de la caída del papel además de la migración a la versión digital del diario, a las redes, a las webs o al entretenimiento en general mientras que se rechaza seguir la actualidad debido a un cierto hartazgo, tengamos en cuenta lo que publicaba hace poco la web dirconfidencial.com. Un 40% de los españoles encuestados en el Eurobarómetro Flash cree que en los últimos siete días ha estado expuesto “muy a menudo” o “a menudo” a desinformación. Otro aspecto que contextualiza esos datos es el hecho de que los españoles tienen en principio menor predisposición a abrir una noticia digital si el título contiene alguna clase de gancho. El porcentaje de encuestados nacionales que han usado redes sociales y blogs para acceder a información en los últimos días es cinco puntos mayor que el promedio europeo.
Junto a lo anterior, el lector español y el consumidor de noticias en general está llegando a puntos considerables de cansancio ante la constatación de que la prensa, al menos en España, se dedica a menudo a mancillar la imagen de los “enemigos” políticos a veces hasta límites extremos, tal y como denuncian unos y otros afectados. La politización de la prensa en España es verdaderamente vergonzosa y escapa a las demandas de un lector mínimamente exigente con el rigor de las informaciones. Por el contrario, a su vez, la población se diversifica en dos bandos irreconciliables que buscan que la prensa les diga aquello que desean oír. Son los públicos a los que gusta el periodismo batalla, los medios que todos los días envían, de manera simplista y sensacionalista, el mismo mensaje a los mismos receptores, aquellas cabeceras que sólo ven un lado de la realidad e ignoran todas las demás aristas que no les interesan, por motivos ideológicos y de mercado.