Primavera de contrastes

En cuestión de días, Sevilla pasa de la penitencia a la algarabía. Hoy, el Real de la Feria es un hervidero de trabajadores que hacen posible el milagro de Los Remedios

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06 abr 2018 / 22:43 h - Actualizado: 06 abr 2018 / 22:49 h.
  • Primavera de contrastes

Cuando se cumple una semana que fuimos testigos del transitar de la Soledad de San Lorenzo por la plaza del Salvador, cuando la Esperanza Macarena ya descansa en el camarín de la gloria, cuando en Triana se sueña con un otoño glorioso que nos podría devolver la estampa de la morena marinera en la calle, cuando todo eso ocurre, Sevilla ya piensa en lunares y farolillos. Así somos. Cambiamos el registro rápidamente y en cuanto guardamos las túnicas en el altillo de los recuerdos, empiezan a florecer en nuestra mente las sevillanas y el sabor a añejo que trae la feria más importante del mundo.

El ciclo se vuelve a repetir. Una y otra vez. Pero para que eso ocurra hay miles de personas que invierten todos sus esfuerzos en ello. Y es que hay trabajos que son algo más que trabajos. Hay empleos que tratan con la ilusión de una ciudad entera. El Real de Los Remedios es un auténtico hervidero de electricistas, pintores, carpinteros... Un sinfín de profesiones congregadas en torno a una feria que emerge de sus cenizas todos los años. Convertir el expedito solar de albero y cemento en el que se ubica nuestra fiesta más flamenca en esa ciudad efímera en la que la alegría, la algarabía y la diversión se convierten en protagonistas es toda una gesta protagonizada por héroes anónimos que, lejos de amedrentarse ante el reto, se crecen al ver los avances conseguidos. Al menos eso se deduce de palabras de personas como Antonio. El martes estaba ultimando una serie de detalles de la portada –que este año homenajea al Real Círculo Mercantil de Sevilla por su 150 aniversario– y decía: «Es realmente emocionante contemplar cómo un amasijo de tubos, madera y hierro se convierte en una obra de arte. Dentro de unos días, todo el mundo la mirará iluminada y esa es la mayor recompensa que podemos recibir. Llevo muchos años trabajando en la portada y la emoción no cambia, por mucho que pase el tiempo».

Para que Sevilla pase de la penitencia a la luz del farolillo en cuestión de días son necesarias muchas jornadas de trabajo impagables. Es imprescindible el esfuerzo de personas a las que «también nos gusta disfrutar de la fiesta», aunque a veces nos preguntamos si les quedarán ganas de hacerlo.

Sea como sea, en solo una semana, el Real de Los Remedios se llenará de luz, nuestra portada se convertirá en ese portalón que da entrada a la gloria y que es el centro de todas las miradas. Dentro de solo una semana, las máquinas de coser descansarán después de meses trabajando a destajo –primero con las túnicas y después con los volantes– y volveremos a ser testigos del contraste que supone la primavera en Sevilla. Y todo eso será posible gracias a esos miles de hombres y mujeres que trabajan por nuestra ciudad, que trabajan por su gente, que trabajan por nosotros.