Los medios y los días

Profesores asociados y precariedad

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19 jun 2022 / 04:00 h - Actualizado: 19 jun 2022 / 04:00 h.
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  • Un profesor dando clases en la universidad. / EFE
    Un profesor dando clases en la universidad. / EFE

En la universidad, un profesor asociado, dicen las leyes que es una persona que, sobre todo, por sus especiales conocimientos prácticos en cualquier materia del saber, al estar ejerciendo una profesión específica para la que se prepara al alumnado en una titulación concreta, debe ser contratada para impartir clases en la universidad a tiempo parcial con objeto de que compagine el ejercicio profesional fuera de la universidad con la docencia universitaria.

Como lógica derivación de lo anterior, este tipo de profesorado mantiene una relación a tiempo parcial con la universidad. A cambio, recibe un sueldo irrisorio en comparación con sus méritos. Puede acumular decenios de experiencia e incluso poseer el grado de doctor y lo despachan con 300, 400 o 600 euros al mes. Un insulto. Ahora llega el gobierno y dice que tiempo parcial pero indefinido. A veces se ha vulnerado la norma. En 1991, yo obtuve plaza en la universidad por dos años prorrogables mediante un concurso de méritos y mi plaza era la de profesor asociado a tiempo completo. Tuve que pedir excedencia en mi trabajo como periodista institucional de la Junta, perdí al mes unos 600 euros, consulté antes de hacerlo con dos mujeres maravillosas y ellas me dijeron “adelante que eso es lo tuyo”. Yo lo sabía, pero ya estaba casado y con una hija más otra que nació a poco de llegar servidor a la universidad, a esas dos mujeres les debo gran parte de lo que soy, no hay nada tan sabroso, saleroso y útil en la vida como el conocimiento.

La universidad debería estar más concurrida por profesores asociados, pero a tiempo parcial y con sueldos dignos, si persisten los salarios de miseria la formación del alumnado sufre, no es la adecuada. Por simplificar, en la universidad hay dos bloques de materias que te convierten en un universitario y se complementan entre ellas y con otras. Un bloque contiene saberes teórico-prácticos que deben despertar a la gente de su letargo y de creer que una cosa es como es cuando su significado o es el contrario o resulta muy incompleto en la mente de una persona no universitaria. El segundo es el bloque práctico que hoy gira mucho -a veces con carencia de visión académica- en torno a la tecnología, eso sin contar la clásica división ciencias-letras que colea desde hace siglos y no hay forma de borrarla y sustituirla por un saber transversal.

Por otra parte, la universidad necesita dinero para consolidar a muchos profesores jóvenes que poseen unos excelentes currículos. Se necesita liquidez para equipar bien todo tipo de instalaciones universitarias, para contratar a una división de funcionarios que ahorren algo de trabajo a los profesores consolidados que están desesperados con la burocracia, cada vez más compleja con las pijadas que inventan un año sí y el otro también quienes deben justificar sus sueldos sirviendo a la diosa Tecnología y sus macroempresas. Una universidad no puede escalar rankings internacionales con la burocracia con la que nos martiriza la Universidad de Sevilla, sin ir más lejos. A ello se une lo que piden desde Madrid y la Junta para un proyecto de I+D o similar. Cada día el profesorado se enfrenta a algún requisito burocrático evitable, la burocracia te puede echar de la universidad para buscar la paz de la jubilación, se pierden así cerebros senior relevantes mientras que los más jóvenes dedican un tiempo a rellenar papeles en las pantallas que le quitan al estudio y a la relación con sus mentores.

Ahora llega el punto más absurdo. El profesor asociado en realidad no lo es siempre, en Sevilla, el 13 por ciento de las plantillas lo forman profesores asociados, bastantes de ellos falsos porque no trabajan en empresas ni tienen la experiencia adecuada. ¿Le interesa a la universidad ponerse de espaldas al mercado? Nos vamos a jubilar en los próximos ocho años más del 50 por ciento de las plantillas, perfecto, ahí está la oportunidad para profesores a tiempo parcial. Pero no se trata de eso, se trata de tener profesores bien preparados y que conecten a la universidad con la sociedad, con las profesiones que se supone van a ejercer los alumnos a los que van a servir, que se matriculan para ganarse la vida y por tanto tienen derecho a una formación acorde con la realidad. No se puede tener a un cuerpo de profesores abundante que hayan echado los dientes en la universidad, ajenos a la vida, a la experiencia profesional de lo que dicen enseñar.

Curiosamente, hay universidades españolas con más prestigio internacional que las sevillanas y andaluzas que cuentan con bastante más del 50 por ciento de sus profesores con la condición de asociados. Esos profesionales o están siendo explotados o añaden un valor cognitivo importante a sus alumnos que ven completada su formación con los conocimientos de los docentes funcionarios a los que, por cierto, se les supone una formación no sólo teórica sino práctica también. ¿Quién puede enseñar a un periodista a redactar, a un médico a operar o a un abogado a defender o a acusar si el mismo profesorado no ha ejercido nunca o muy poco tales cometidos?