Prohibir, prohibir y prohibir

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10 ago 2022 / 09:08 h - Actualizado: 10 ago 2022 / 09:19 h.
"Opinión","Sociedad"
  • Prohibir, prohibir y prohibir

No se puede entrar en las playas con las mascotas. Vale. Me parece que hay sitio para todos y que los perros pueden compartir espacios con los humanos siempre que se imponga la sensatez. No se puede dejar que un perro entre en una playa y que se lleve por delante juguetes, meriendas o toallas. Pero tampoco se puede castigar a todas las mascotas porque unos pocos dueños de esas mascotas sean unos impresentables. Igual habría que prohibir la entrada a esos humanos y no a los animales.

No se puede fumar en algunas playas. Vale. Hemos pasado de fumar en las consultas de los centros sanitarios (médicos incluidos) a no poder fumar en casi ningún lugar. Pero no creo que en una playa sea tan grave fumar un cigarro si el fumador se encuentra a una distancia razonable de los otros. Si fumar es tan grave que lo prohíban, pero que lo prohíban ya. Lo que no puede ser es señalar a los fumadores como si fuesen delincuentes y, al mismo tiempo, cobrar unos impuestos millonarios al año que llegan de la venta de tabaco. Y no, yo no fumo.

Esos son dos ejemplos. Tal vez los más importantes por ser de los que más afectan a más personas.

Sin embargo, no está prohibido tirar chicles al suelo. Las cacas de los perros hay que recogerlas (por supuesto y así debe ser en cualquier lugar y a cualquier hora), pero los chicles parece ser que no. Y da la casualidad que yo acabo de pisar uno de esos chicles; justo al acercarme a una papelera cercana para tirar la bolsita con la que acabo de recoger un regalo de mi perra. Lo gracioso es que había olvidado las bolsas con las que recojo esos obsequios que deja la mascota y he cruzado una calle para pedir una al dueño de un perro que estaba allí. Una mujer creía que dejaba allí el regalo de mi perra y ha dicho algo que prefiero no repetir. Pero no ha dicho nada cuando ha visto que un chicle blanco se estiraba hasta el infinito después de pisarlo el que escribe.

Me parece a mí que tanto prohibir, tanto señalar y tanto animar a denunciar lo que puede ser un delito o, sencillamente, una guarrada; se está convirtiendo en un inconveniente para casi todos. Sí, para casi todos porque casi todo está prohibido y afecta a todo bicho viviente.

En las playas se puede convivir con mascota o sin ella; los fumadores (salvo si molestan a otros o si están en lugares cerrados) pueden convivir con los demás; las mamás pueden pedir a sus niños que no sean unos guarros y evitar que tiren cosas al suelo; y todos podemos poner un poco de sentido común en lo que hacemos. Tanto prohibir, tanto prohibir, venga ya...