Puente Cedrón

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11 feb 2016 / 11:29 h - Actualizado: 11 feb 2016 / 11:28 h.
"Cofradías"

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Estrena Sevilla ilusión de escapularios verdes y túnicas blancas. De capirotes altivos –sanamente orgullosos– por tantos años de trabajo bien hecho. Ilusión de ese líder que ahora puede llamarse con toda propiedad Hermano Mayor, de esos responsables que ahora constituyen genuina Junta de Gobierno. Tan buena lección ha dado la Milagrosa de cómo hay que hacer las cosas que debiera quedar escrito su proceso con letras de oro en la historia de las hermandades de Sevilla. Con religiosidad sincera, con integración parroquial, con formación, bajo la dirección espiritual oportuna, y por supuesto con trabajo, entrega y tenacidad, superando dificultades... Al final la fruta maduró en el momento conveniente, y el resultado está a la vista: una devoción sincera y una enorme satisfacción colectiva en torno a unos Sagrados Titulares que inunda a los barrios de Ciudad Jardín y Nervión contagiando a la Ciudad entera.

En momentos de zozobra y de incertidumbre, el Señor de la Esperanza cruzando el puente del Cedrón mostrará con su dulzura y mansedumbre el verdadero sentido de las cosas. Que el sacrificio de su cruenta Pasión alcanzó razón de ser en el seno del Padre y para la salvación del mundo. Y ese paso de misterio, tal vez inspirado en la celebérrima película de Mel Gibson, aunque con apoyo en el Evangelio de Juan y los apócrifos, volverá a cautivar miles de miradas en la tarde noche del Sábado de Pasión.

Y es que en esta Jerusalén andaluza, allá por Ciudad Jardín, el Tamarguillo aprendió a ser torrente Cedrón, al igual que el montecillo de la Cruz del Campo se hizo Calvario, y la señorial Casa de los Medinaceli el genuino Pretorio de Pilato. Pasará el puente Cedrón. Pasará la dulcísima Virgen del Rosario entre bambalinas otomanas cual tornasoles de sangre y oro.

Y cuando suene el shoffar y se alce al cielo la menorah de siete brazos por la Guardia del Sanedrín, Sevilla se sentirá orgullosa de su nueva cofradía penitencial de la Milagrosa. Una obra bien hecha que engrandece la más espléndida Semana Santa del orbe. ~