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Puigdemont quiso ser James Bond y Rufián quiere parecer bueno

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15 mar 2022 / 18:49 h - Actualizado: 15 mar 2022 / 18:58 h.
"Opinión","Política","Carles Puigdemont","Gabriel Rufián"
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Gabriel Rufián es un político bastante macarra. Tiene la habilidad de manejar un discurso ideológicamente vació como si fuera una escopeta recortada y sus mensajes facilones, dolorosos para el adversario y llenos de un sarcasmo de brocha gorda, calan entre los que creen que la política es una pelea constante en la que hay que destrozar al de enfrente. Gabriel Rufián es un político mediocre que tiene los días contados en puestos de responsabilidad en su partido (ERC). Ya le estaban indicando cómo viajar a Santa Coloma para ser alcalde aunque a él no le hace ni pizca de gracia la idea. Ahora, después de decir que Puigdemont y los suyos son unos señoritos que no representan al independentismo y que creían ser James Bond cuando buscaron apoyo en el Krenlin, lo tiene imposible. El independentismo está herido de muerte. Si no es una imputación son unas declaraciones destructivas desde dentro, si no es una invitación a morir por la republiqueta de la que estuvo fugada (la que dijo que iban de farol, una tal Ponsatí) es una nueva condena de algún sujeto importante para lo que fue el Procés. Es un no parar.

Gabriel Rufián tira de gracejo al referirse a los chicos de Junts aunque le falta esa misma pimienta en el discurso para referirse a sí mismo dando paseítos con Otegi. Él vincula a parte del independentismo con Putin; yo le vinculo a él con alguien que apoyó el asesinato, el tiro en la nuca, y que quiere destrozar este país. Él mismo quiere hacer trizas España.

A mí me hace poca gracia ver a un mamarracho en el Congreso de los Diputados. Eso de vestir camisetas reivindicativas, olvidar la corbata en casa, llevar objetos para hacer chistes y hablar como si estuvieras en el parque con los colegas, debería ser motivo de debate. No hace falta ser un descamisado para representar a los obreros; no tiene nada que ver el aspecto con la ideología que se defiende.

Sea como sea, es de agradecer que el fuego amigo termine con lo poco que queda del Procés. Prometieron una república imposible, siguen azuzando a los jóvenes para que revienten universidades, instituciones y a la policía o la Guardia Civil. Fueron tan canallas como para pegarse a los rusos pidiendo apoyo. Más mezquinos no pueden ser. Y Gabriel Rufián, que esta vez ha tenido valor y ha denunciado algo que ya se sabía, sigue siendo torpe y un político sin proyección alguna dentro de ERC. No hay perdón para los malos, querido amigo.

Hagan una porra en casa. Yo he apostado a que termina en el PSC para poder seguir chupando del frasco. Los malos no tienen escrúpulos.


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