Me ha sorprendido Vladimir Putin con su actuación tras la invasión de Ucrania, a mi juicio lógica, dado el intenso cerco bélico al que estaba y está siendo sometido. No hay duda de que tiene razón en algo: Occidente desea destruir a Rusia y convertirla en un país siervo suyo, más en concreto Estados Unidos a quien sigue dócilmente una Europa que no ha tenido apenas interés en entenderse con la otra Europa, la de Putin, por más que lo hayan querido altas personalidades en la misma Europa. En el momento en que Alemania había concretado una alianza energética con Rusia construyendo el gasoducto Nord Stream 2, estalló la presión de EEUU y el gasoducto, terminado, se clausuró por “razones burocráticas”. Luego estalló la guerra.
Putin ha ido de bravucón sobrado en esta guerra a la que ni llamaba guerra hasta que lo ha convencido el Partido Comunista de Rusia. Alguien lo ha asesorado mal, si es que se deja asesorar. La OTAN ha intervenido colocando a los soldados ucranianos como carne de cañón mientras que los medios de comunicación occidentales, al unísono, manipulaban y manipulan a su opinión pública a la que se le prohibía y prohíbe aún leer o ver a los dos medios de comunicación rusos más consultados en Occidente: la agencia Sputnik y el canal RT TV. La manipulación ha sido tan descarada que poco a poco ha bajado en intensidad y ahora se puede uno fiar algo más de lo que nos dicen. Por mi parte, observo un síntoma claro de que Putin lo pasa mal: la agencia Sputnik prácticamente está callada, silenciando y sin contrainformar las acusaciones de Occidente que hace tiempo ganó la guerra mediática, incluso acusando de “rusófilos” a quienes no condenen a Putin como si en una democracia no pudiera uno opinar libremente y situarse en la posición que prefiera. Europa sabrá por qué se aleja de Europa (se fue Inglaterra, castiga a Polonia, Hungría, castigó a Grecia...) y se arrima de esa manera tan brutal a una potencia con un presente y un pasado inmediato tan oscuro como es EEUU, supongo que aquí no manda la historia sino el comercio y el miedo y el complejo a ser uno mismo.
Si se invade un país como Ucrania es evidente que se produce una cascada de efectos a nivel mundial. No se puede ir un poquito a la guerra, o se va o no se va, pero lo que ha hecho Putin es un despropósito que no me esperaba dado su pasado de hombre implacable con sus enemigos tal y como demostró con los guerrilleros chechenos y demuestra con sus opositores. Por otra parte, Rusia no es ya aquel país miserable sobre el que Lenin levantó la URSS. La gente ha probado el néctar del capitalismo y, sobre todo muchos jóvenes, no estarán dispuestos a tomarse la medicina del combate a la manera soviética, cuando nada se tenía que perder y mucho que ganar.
Ahora veremos lo que hace el señor presidente de Rusia por haber querido ser como César en las Galias: llegué, vi, vencí. Los galos no tenían a nadie que los ayudaran, los ucranianos han estado abrigados por la OTAN, sus medios de comunión y sus entidades “humanitarias”. Habrán muerto cientos o miles de soldados rusos, ¿para qué? ¿Va a arreglar el asunto Putin devastando territorios con bombas nucleares light? ¿Va a imitar la canallada de USA en Japón pero a pequeña escala? ¿Y eso para qué sirve? ¿Para qué quiere uno un nuevo territorio a ese precio? O te lo ganas en el campo de batalla, a pecho descubierto, o te retiras y conservas lo que ya tienes y en esto es la diplomacia internacional la que debe intervenir, dejando de usar a Zelenski y a Ucrania como campo de pruebas y excusa para desgastar a Rusia.
Por último, otra cuestión. Occidente sigue mandando en el mundo. Para mí, mejor, porque en Occidente vivo, en Europa, cuna del mundo actual, y a mucha honra. En España, en concreto, que abrió las puertas a la modernización del planeta aunque luego ella se quedara atrás de manera vergonzosa. China es otra bravuconería con Taiwán y sus maniobras militares. Nadie está ayudando a Rusia directamente, a Dios gracias. Nadie se atreve. Al revés, le están diciendo acaba ya y no te pases. Claro que hay un mundo bipolar o multipolar, pero el polo más importante, para bien y para mal, es aún Occidente. No cantemos victoria, sin embargo. Aquí van a ocurrir muchas cosas todavía.
Por lo pronto, hay a quien no le interesa que termine la guerra. Según Merca2, las principales compañías pertenecientes al sector armamentístico en Europa se han revalorizado considerablemente, después de varios meses deshinchando su valor tras la euforia bursátil por la guerra. Algunas de ellas, Rheinmetall, fabricante alemán de tanques y artillería, acumula una subida en bolsa del 81%, lo que supone haber aumentado su valor cerca de 3.500 millones de euros. Las francesas Thales y Dassault Aviation son otras beneficiadas. En Italia, Leonardo, especializada en el ámbito aeroespacial para los sectores de defensa y seguridad, entre otros, ha recibido una alegría. En lo que va de año, el valor de la empresa participada por el estado italiano (30% del capital) se ha disparado un 29%. Ah, el Grupo Dassault es el máximo accionista del diario Le Figaro. No es raro que la industria de guerra haya estado o esté detrás de medios de comunicación relevantes.