La guerra más anunciada. Y Putin la ha terminado de proclamar oficialmente al amanecer del 24 de febrero en Moscú, en un mensaje televisado por las emisoras de Rusia. Su ejército está atacando por vía aérea instalaciones estratégicas de Ucrania y a la vez está ocupando las regiones del este de Ucrania que quiere anexionarse en primer lugar, y en las que desde hace años ha vertebrado la insumisión respecto a las instituciones ucranianas para ir allanando con hechos consumados la coartada de una intervención militar contundente con el fin de 'proteger' a la numerosa población de origen ruso en Donetsk y Lugansk. Su órdago desde el Kremlin para manipular a sus compatriotas con el fin de que se avengan a comprender por el bien de la patria un conflicto bélico en el que pueden morir sus hijos, aviva en el subconsciente la mezcla de memoria histórica y nacionalismo: “Ucrania es un régimen nazi que discrimina a los rusoparlantes, están sufriendo un genocidio. Nos esforzaremos por desmilitarizar y desnazificar Ucrania”. Palabra de tirano con ansia de imperialismo.
En esta gravísima partida de ajedrez que Putin está jugando para cambiar el tablero de la geopolítica global, en alianza con China, y que sus respectivos imperialismos le coman terreno al norteamericano, cada uno de sus movimientos transgresores tiene también la función de evaluar hasta qué punto están dispuestos Estados Unidos y Europa a transigir que se salga con la suya y se plante en el envite a cambio de no abocar a males mayores. Por desgracia, ya estamos en el escenario augurado: crear las condiciones para una guerra con Ucrania, y obligar en Kiev al presidente Zelenski a optar por entrar al trapo del enfrentamiento militar directo para defender la soberanía y el honor de su país, o avenirse a dar por perdidas las regiones del Donbás para no meter a la población de la mayor parte del territorio ucraniano en una contienda total de potencial devastador dada la envergadura del enemigo.
Todo el petróleo y todo el gas que van a dejar de comprarle a Rusia los países de la OTAN es el que le va a adquirir China, cuyas necesidades de energía son enormes, y a cambio le permite a Putin que le salgan las cuentas de su enorme despliegue militar desde inicios de año junto a la frontera ucraniana. Recordemos que para activar el botón rojo de las hostilidades contundentes ha esperado a la conclusión en Pekín de los Juegos Olímpicos de Invierno porque le pidió ese favor el presidente chino, Xi Jinping, para no ensangrentar el brillo propagandístico de los fuegos artificiales deportivos retransmitidos a todo el mundo. A ver qué dice la UEFA hoy cuando caiga en la cuenta de que en Sevilla está el equipo del Zenit de San Petersburgo para disputarle esta noche al Real Betis Balompié el pase a los octavos de final de la Europa League. ¿Van a ser expulsados de inmediato las selecciones y clubes de Rusia de las competiciones internacionales?
Las guerras son la peor de las pandemias humanas. La mayor parte del mundo contiene la respiración para que el zar Putin no provoque una catástrofe mucho más mortal que la covid.