¿Qué es lo importante?

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28 oct 2018 / 06:22 h - Actualizado: 25 oct 2018 / 16:33 h.
  • ¿Qué es lo importante?

Hace unos días hablaba con un buen amigo que ha hecho de su trabajo toda su vida, es decir, su mundo profesional es todo su mundo. Le comenté que es genial apasionarse por lo que uno hace pero es imprescindible dedicar tiempo a lo que uno es, disfrutar(se) y reparar en lo importante; entonces él me preguntó: “¿qué es lo importante?” y le respondí que, normalmente, lo importante tiene nombre de persona.

Piénsalo, lo importante (valga la redundancia) es lo que importa, lo que “merece la pena”, lo realmente digno de tu atención y estima, aquello que se distingue por su singular valía... Si echamos la vista mucho más atrás, descubrimos que el concepto “importante” hunde sus raíces en el latín “importare” que viene a significar “llevar al interior, aportar dentro, importar”, por tanto, puede haber lugares, ideas, proyectos e incluso mascotas que tengan cierta importancia pero quiénes, sin duda, suponen el aporte más significativo son las personas, pues la singularidad de cada ser humano es la que se traduce en un genuino aporte de valor, es la que consigue “importar” algo hacia tu interior de forma que permanezca allí y se desarrolle desde tu propia subjetividad.

Navegantes sin estrella

El amor por tu profesión es lo que la transforma en vocación y eso es algo buenísimo porque no sólo te hará ser más productivo sino que te dotará de ingentes dósis de satisfacción profesional; el trabajo es pues parte de tu vida pero cuando tu vida se compone sólo del trabajo, empiezas a dormir únicamente una vez por semana en tu casa (que, por supuesto, ya ha perdido el sabor de hogar, ahora parece más un hotel), no ves a los amigos, ya ni recuerdas la última comida en familia, tu mascota se ha olvidado de tu cara, no tienes pareja porque no tienes tiempo... entonces podríamos decir con fundamento que estás “perdiendo el norte”.

Antiguamente, cuando el sol se ponía, los navegantes usaban como guía la Estrella del Norte. En el momento en que la perdían, quedaban a la deriva, sin rumbo, convertidos en lo que podríamos bautizar como “navegantes sin estrella”. Nuestra sociedad cuenta con una considerable cantidad de esta “especie” que hace tiempo que perdió el norte porque no sabe o no recuerda cuáles son las fuentes de sus aportes de valor. Y cuando se viaja sin estrella acabas dejando una importante mella en tus conocimientos, sentimientos, experiencias, aprendizajes... Alguno esgrimirá: “bueno, ¡así viajaré más ligero de equipaje!” pero ¿y cuando llegues a puerto -si es que llegas- abras tu maleta y te des cuenta de que tu única compañera es La Nada? desde luego, mala sería la jugada porque, tal y como le sucedía a la Emperatriz Infantil en La Historia Interminable de Michael Ende, La Nada puede resultar una seria ameza para tu existencia, pues una vida vacía queda completamente indefensa ante los tiburones de las dificultades.

Sin aranceles al valor

Hay buenas noticias, si conoces a algún navegante sin estrella o tú mismo lo has sido o lo eres, ¡no está todo perdido, no desesperes! el norte puede volver a ser tuyo -empieza por no rodearte de capullos ni ser uno de ellos-, ponte en “modo Jon Nieve” y, presto a conquistar tu trono en el norte, párate y házte cuanto antes la necesaria pregunta que se hizo mi amigo: “¿qué es lo importante?”. Cuando tengas la respuesta, no la pierdas de vista y, sobre todo, cuando estés delante de algo importante, ¡no le pongas aranceles a ese valor! porque sino la necesaria acción de “importar”, de llevar algo a tu interior que contribuya a tu personal plenitud, podría terminar en un ataúd, si la desangras lentamente con los aranceles del “no tengo tiempo”, “yo siempre he sido así”, “lo haré mañana”...

¡A la vida hay que echarle ganas! el valor no te va a estar esperando siempre, aviso a navegantes: lo importante suele tener nombre de persona, y no te olvides de incluir también el tuyo.

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