La pregunta es: ¿por qué y para qué los reyes de España han visitado el Polígono Sur de Sevilla? Tal vez crean ser capaces de convertir un 50 por ciento de paro en un índice que no produzca vergüenza; tal vez se han propuesto que los niños y jóvenes del barrio vayan a clase y no fracasen antes o después (el 25 por ciento de los alumnos de ESO y Bachillerato no pisan las aulas y el 60 termina fracasando sin remedio). Quizás han pensado que pasando por el Polígono Sur podrían dejar unos cientos de ordenadores para que los estudiantes puedan dar clase sin problemas en caso de confinamiento. Cabe la posibilidad de que procuren evitar, desde hoy, que 2 de cada 10 vecinos estén en peligro severo de pobreza.
La misma pregunta sirve para el alcalde de Sevilla, para el presidente de la Junta de Andalucía o para la ministra portavoz del Gobierno. Estaban todos junto a los Reyes, bien colocados para aparecer en las instantáneas.
Si las administraciones públicas quisieran solucionar algunos problemas otro gallo cantaría en las sociedades del mundo entero. Si lo que gastan esas administraciones en publicidad y propaganda para anunciar sus éxitos maravillosos, lo dedicasen a solucionar problemas, otro gallo cantaría en las sociedades del mundo entero. Y mientras estos lugares tan desfavorecidos sigan siendo lugares en los que hacer media docena de fotografías para publicar en redes sociales y nada más (digamos, cada seis o siete años) el problema se cronificará definitivamente. Tanto postureo, tanta propaganda, para nada.
Está muy bien que los Reyes pasen por los lugares más deprimidos; son gestos interesantes y necesarios. Pero estaría mucho mejor que se solucionasen los problemas. Aunque no hubiera fotos.