Pablo Iglesias Posse fundó el PSOE el 2 de mayo de 1879. Fue en una taberna de Madrid que aún puede encontrar abierta el visitante en la calle Tetuán y que se conoce como Casa Labra (¡qué buen bacalao se come!). Bastaron veinticinco personas para que el PSOE comenzara a funcionar. Dieciséis tipógrafos, cuatro médicos, un doctor, dos joyeros, un marmolista y un zapatero, firmaron el comienzo de un partido político que ha sobrevivido a desastres nacionales, guerras civiles, dictaduras y a esta democracia.
En realidad, han sobrevivido las siglas, el nombre del partido. Solo eso. De la esencia ideológica del PSOE no queda ni rastro. Y tanto es así que, si hoy se celebrasen elecciones, la mejor forma de rendir homenaje a los socialistas de finales del siglo XIX sería no votar al PSOE (a lo poco que queda de esa organización política). Por cierto, lo mismo se puede decir del sindicato fundado en 1888 por el propio Iglesias, nada más y nada menos que la Unión General de Trabajadores (UGT). ¿Qué queda de los sindicatos en España?
Renqueaba el PSOE desde hacía años. Con Pedro Sánchez ha desaparecido por completo. Si pusieran frente a un televisor a Pablo Iglesias Posse y le contaran qué es el PSOE actual, cómo es el secretario general, con quién se pacta para conservar el poder o cómo las cloacas del Estado van haciendo su trabajo al amparo de un Gobierno socialista, negaría que ese es el partido que fundó, se avergonzaría.
Hoy, en Madrid se celebra un capítulo memorable de la historia de España. El 2 de mayo de 1808 comenzaba la Guerra de la Independencia Española. En Madrid se levantaba el pueblo contra el ejército invasor que había enviado Napoleón. Primero en Móstoles y poco después en las calles de Madrid, los madrileños marcaban el camino de la libertad. Y algunos también celebramos la fundación del PSOE, aquel PSOE de Pablo Iglesias Posse; lo celebramos los mismos que no volveremos a votar socialista salvo que cambien radicalmente las cosas y se vuelvan a manejar ideas importantes y no las minucias de ahora.