Los medios y los días

¡Que se asusta la gente! ¡Orden!

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25 nov 2021 / 04:00 h - Actualizado: 25 nov 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • El presidente del PP, Pablo Casado. / Gustavo Valiente - E.P.
    El presidente del PP, Pablo Casado. / Gustavo Valiente - E.P.

Ayer, el diario El Confidencial -uno de los pocos diarios estatales serios de España- titulaba: El PP dilapida en el último mes de crisis interna su ventaja sobre el PSOE. El arranque de la información nos ponía al tanto de que “el desgaste del Partido Popular por la guerra interna que libran Isabel Díaz Ayuso y Génova por el poder de Madrid ha dilapidado la ventaja que tenía sobre el PSOE en las encuestas. En el último mes, Pablo Casado ha perdido el apoyo de 600.000 potenciales votantes”.

Miren que ya lo decía servidor hace nada aquí mismo: no se asusten los que pensaban votar al PP por las broncas internas que eso en cuanto tengan la victoria electoral se pasa rápido porque entonces están condenados a entenderse y dejan para los sótanos y los chismes periodísticos los desacuerdos. Pues nada, llegan dos mujeres que nos anuncian tiempos que vendrán en el futuro y 600.000 personas que salen corriendo en busca del PSOE y de Vox, son frágiles cual cristal de Bohemia. Ya se nos asustaron los niños porque los padres riñen demasiado entre ellos. Los niños y los electores quieren orden y, según ellos, en esta ocasión, ya veremos dentro de otro mes, el orden lo traen los dos partidos indicados. La verdad es que lo del orden es cosa sabida y muy elemental en comunicación institucional. Al mismo tiempo, es significativo contemplar a quien le da igual ocho que ochenta, PP, PSOE o Vox, como si no hubiera diferencia y más en estos momentos. En el campo de la salud, estamos sometidos a unos pocos millones de personas mayores de 12 años que no consienten vacunarse y en política a 600.000. Qué es esto, ¿la democracia al revés? Luego les dicen a unos y otros que sus elecciones no son válidas o no son limpias, damos lecciones por ahí sin ver tampoco en este aspecto la viga en el ojo propio.

Propongo unos cursos acelerados de alfabetización política para todos, empezando por mí que a lo peor no entiendo estos eximimos movimientos mentales del llamado pueblo soberano. De manera que lo mismo les da a los 600.000 hijos de San Luis el PP que tanto habla del pacto de Sánchez con Bildu-ETA y con ERC para sacar adelante sus presupuestos que en un mes cambiar el voto al propio Sánchez. Lo mismo es el PP que trata de separarse del extremismo de Vox que el extremismo de Vox. Si así fuera, que es lo que dicen las encuestas, ¿en manos de quién está España? Es lo que leo, ¿eh?: “Aunque el electorado de Casado sigue fiel, se frena en seco la transmisión de votos desde el PSOE y Vox. La guerra interna le hace perder 600.000 potenciales apoyos. Cs no entraría en el Parlamento”. Parece que la cruda realidad se traduce en que 600.000 veletas (y veletos) rigen los destinos de mi país, un motivo más para no meter mi voto en la misma urna que ellos, lo dejo en mi casa que está mejor, a la espera de que cambien los tiempos, es decir, nunca, el menos malo de los sistemas es así, se sostiene sobre asustadizos que por cualquier causa corren de un lado a otro como pollos sin cabeza. ¿Es esto elitismo por mi parte? ¡Por supuesto! ¿También es delito pensar por uno mismo y tomar decisiones muy propias? Elitismo y prepotencia, algo intolerable en la sociedad digital y posmoderna. Y, sin embargo, a mí no me caen mal, bien utilizados.

Si se tratara de elegir, por ejemplo, entre partidos que están más cerca o más lejos del antiguo régimen y ese fuera el criterio del voto lo comprendería mejor, pero cambiar porque una mujer ha escrito un libro o porque otra quiere estar donde le corresponde es asunto menor. Me temo que con que Sánchez suavice sus posturas para que la UE le dé todo el dinerito y de aquí a dos años o año y pico lo reparta mejor de lo que lo tiene pensado, se queda en la Moncloa con todos sus aliados. Es algo de lo que es consciente el presidente, de ahí que sume sus votos con quien sea para permanecer en su sitio, como es su obligación. Habrá sido voluntad popular.